Jamás había
tenido un encuentro con un infectado, con sus 20 años de edad, siempre vivió en
una bola de cristal. Su primer encuentro fue hace unas 4 horas, la estoy viendo
con un cuchillo en la mano y temblando, está en estado de shock. Se cubre el
rostro con sus manos aun manchadas con sangre de aquel infectado que la había
atacado. Le quiero sacar el cuchillo
pero ella lo presiona con fuerza.
-tranquila niña,
dame ese cuchillo, está bien soy el bueno.
Ella me mira con
sus ojos empapados en lágrimas y dice:
-no quería, juro
que no quería. –la jovencita de 20 años se echa a llorar con sus manos
envueltas por la sangre de aquel infectado se tapa la cara, para que no la vea.
Arrojo aquel
cuchillo lejos, le quito las manos del rostro y le digo:
-¿Qué fue lo que
sucedió?
Recuerdo muy
bien su rostro asustado y atemorizado, viendo aquel cadáver desfigurado y
mutilado. Pude percatarme de que la cabeza estaba separada del cuerpo, lo que
aquella vez había sido un ser humano yacía allí en el suelo decapitado.
Ella solamente
miraba el cadáver, la sacudo para que reaccione, y le digo nuevamente.
-dime, ¿Qué
sucedió?
-estaba
corriendo por mi vida porque unos grotescos seres como este querían devorarme.
Corrí tanto como pude y entre aquí, en esta casa y me escondí.
Paro unos
minutos y respiro hondo luego continuo relatando.
-me escondí,
detrás de un armario, pero esta persona este ser, me vio y comenzó a estirar
sus manos para querer agarrarme. Decidí salir de mi escondite y corrí hacia la
cocina y encontré un cuchillo, no me había dado cuenta y aquella cosa se tiro
sobre mi queriendo morderme, forcejee un momento con él, luego lo empuje y
comencé a darle de cuchilladas, a cortarlo, no era yo. Mientras esa masacre
proseguía la sangre de ese zombi comenzó a saltarme en la cara, no deje de
acuchillarlo después de muerto.
-¿Cómo te llamas?
-Ángela.
-ponte de pie Ángela,
saldremos de aquí.
La muchacha se
paro junto a mí y salimos de aquel lugar, le dije que me sostuviera la linterna
y que alumbrara mientras caminábamos sigilosamente.
La luz de la
luna alumbraba el rostro asustado de la muchacha, caminaba con mi mirada firme
hacia el frente no me había dado cuenta pero un zombi estaba siguiéndonos.
Mi visión se
estaba tornando un tanto nublosa, pero oigo el grito de Angela, me volteo y el
infectado estaba sobre ella a punto de morderla. Lo tomo del cuello y lo estiro
para atrás, Angela se esconde.
El infectado
intenta levantarse pero le doy dos tiros
certeros en la cabeza.
-¡Angela!
¡Angela! –la llamo para localizarla, ella sale de su escondite, me golpea en el
pecho y sollozando me dice:
-¡tardaste
mucho! ¡Por poco y me muerde!
Respira un tanto
agitada, entre las lágrimas y su estado de shock me abraza.
-por favor, no
me dejes, no quiero morir en este lugar infernal.
-tranquila, no
voy a dejarte. No voy a dejar que te pase nada, saldremos de aquí te lo
prometo.
Me mira a los
ojos, aun llorosos y cubiertos de miedo y de inquietud, reconocía aquella
mirada de inquietud y de desesperación.
Pero también
veía en ella aquella mirada familiar, aquellos ojos llenos de ternura y de
amor, era la misma mirada con la que me veía Nabila Wolff.
-¿te sientes
mejor?
-si…
-ok, no te
separes de mi. Toma… -le di la linterna nuevamente y proseguimos a salir de
aquel lugar.
Habían pasado
aproximadamente 4 horas desde que habíamos salido, el helicóptero de rescate
aun no había llegado y la desesperación en ella comienza a hacerse presente.
-Leon… ¿vendrán
por nosotros?
-claro que si
Angela. Vendrán pronto.
Trataba de que
ella mantuviera la calma y de que no hiciera nada estúpido, como salir a correr
y que los zombis terminaran por devorarla por completo.
Dos horas más
tarde, es decir ya habían pasado 6 horas, la muchacha en desesperación me dice:
-Leon… … ¡Leon!
–me voltea bruscamente. –no van a venir por nosotros ¿verdad?
La miro y no le
digo nada, me quedo en silencio, ella se toma de la cabeza y tira su cabello
para atrás.
-mírame…
¡Mírame! –ella me vio a los ojos y le dije. –vendrán por nosotros, ten
paciencia. Solo te pido que mantengas la calma.
-¿Mantener la
calma? ¡Hay aproximadamente entre 60 a 70 personas que babean y quieren
comernos y tú dices “mantén la calma”! Esto es una pesadilla de la que pronto
voy a despertar. Despiértate Angela, ya despiértate.
-¡No! No es una
pesadilla, está sucediendo acaso no ves. Estamos atrapados y como lo dices tú,
hay aproximadamente 60 o 70 zombis que esperan ansiosos por devorarnos lentamente o convertirnos en uno de su especie de porquería. –Respire
hondo –lo lamento, no quise decir eso. Vas a ver que vendrán a buscarnos, solo
quiero que te tranquilices, a mi lado nada malo va a pasarte ¿ok?
Ella se pone de
pie y me abraza nuevamente, me había quedado sorprendido por su acción asi que
también la abrazo para hacerle sentir que conmigo estaba protegida, lentamente
comienzo a acariciarle su larga cabellera y le susurro al oído.
-tranquila, no
te pasara nada. Te lo prometo.
Deja de
abrazarme y me mira a los ojos directamente, le regalo una sonrisa un tanto
cortada. Pero me besa sorpresivamente, eso si no me lo había esperado, abro
grande mis ojos, pero comienzo a caer en las redes de aquella hermosa
muchachita.
Ella comienza a
querer tirarse sobre mí y en medio de los besos le digo.
-no Angela,
mejor no.
Ella se detiene
y deja de besarme, y dice muy avergonzada.
-lo lamento, soy
una estúpida. Es que tengo mucho miedo y cofundo las cosas.
Después de que
me dijo esto, aquí quiero dar una opinión personal. Jamás había visto a alguien
con miedo y que confundiera las cosas. He oído si de casos de nerviosismo pero
jamás que el sentimiento de temor pensé que ocasionaría eso en una persona,
debe de ser nuevo.
-no hay problema
está bien.
Nos ocultamos, mientras la noche pasaba, en una
pequeña casa, que por lo cierto era bastante precaria. Al pasar veía que los
muebles estaban bastante deteriorados.
-quédate aquí,
iré a inspeccionar el lugar, cualquier cosa grita ¿si? Enseguida vuelvo.
-¡Leon!
-¿si?
- … Nada, no es
nada.
Después de ello,
proseguí a recorrer aquella residencia. La exploré de arriba para abajo, por
suerte estaba libre y no había nada, de pronto oigo un grito que venía desde el
área donde estaba Angela.
Llego tan rápido
como puedo y la veo sobre la mesa, y debajo había un pequeño e indefenso ratón.
Y me dice alterada.
-Mata esa
asquerosidad,… Mátala,… Mátala.
Miro al ratón y
el me mira como no entendiendo nada, lo espanto al pobre animal y le digo a la
muchacha.
-no hay de qué
preocuparse el terrible monstruo ya se fue.
Ella baja de la
mesa, y comienza a observar a todos lados para ver si se había ido, y en
realidad ya no estaba. La miro y ella se pone al lado mío, dice:
-¡Viste sus
enormes dientes! ¡Me quería comer!
-si enormes. –le
digo en un tono sarcástico, como haciendo burla a lo que me decía. Ella
comienza a hablarme, la interrumpo.
-¡Silencio! Oyes
eso…
-¿Qué? ¿Qué cosa
oyes?
-se están
acercando, ven sígueme.
La tomo de la
mano y salimos de aquella casa precaria para ponernos seguros, lo que había
oído eran nada más y nada menos que unos 37 a 43 infectados que venían
acercándose, al parecer sentían algo, pero no me daba cuenta de que podía ser.
Lugar en que nos
poníamos, era ese mismo lugar donde ellos nos encontraban, y para colmos el
maldito helicóptero de rescate no venia.
Al parecer a
ellos les atraía un olor, era un aroma que los ponía frenéticos, pero no me
daba cuenta de que era sin saber que estaba frente a mis ojos. En ese momento,
no encontraba una explicación racional de porque nos encontraban esos seres.
Era nuestro
último escondite, notaba a Angela muy nerviosa y a la vez avergonzada por algo
pero no sabía que era, le dije:
-¿te sucede
algo? ¿Estás bien?
-si, estoy bien.
–me decía ocultando su rostro avergonzado por algo.
Cuando me acerco
para hablarle, un infectado salta por la ventana y cae al suelo, pero comienza
a levantarse y a acercarse con suma rapidez a Angela, era como si algo en ella
lo ponía loco, no sabía decir si era su olor o algo que ella tenía que los
atraía con tanto frenesí y locura. Le disparo en la cabeza, la tomo de la mano
y salimos huyendo de aquel lugar.
Nos habíamos
metido en lo que parecía ser una comisaria de la ciudad, le digo un poco
enfadado:
-¿Por qué sera
que nos encuentran? No puedo hallar una explicación racional a ello ¿Por qué
razón se acercan a ti?
Ella no hablaba
estaba muda, bajo la cabeza y no decía absolutamente nada. Luego observe su
pantalón, y me había dado cuenta de que estaba sangrando.
-¿estás
sangrando?
Ella no dijo
nada, solamente movió la cabeza de arriba hacia abajo diciendo que si. Ahí me
había dado cuenta que el olor de su sangre era lo que le atraía tanto a los
infectados.
Me había encontrado
en un gran problema, pero no la culpaba era natural asi que busque algún paño
para que pudiera detener el sangrado de alguna forma.
Angela fue al
baño por unos minutos, mientras tanto fui a inspeccionar el lugar, cuando llego
nuevamente hasta la puerta del baño donde creí que ella seguía allí, puedo
percatarme y escuchar que está llorando.
-¿te encuentras
bien Angela?
-por mi culpa
moriremos aquí, esos zombis o lo que sean que son van a perseguirnos.
-no es por tu
culpa, vamos, sal afuera.
Ella salió
afuera con la cabeza agachada, noto que ya no tenía más el pantalón que traía
sino que era otro tipo de pantalón, uno que había encontrado al parecer ahí en
esa misma comisaría, era una prenda de un policía.
-¿estás cansada?
–le pregunte curioso, ella me dijo que si sin dudarlo.
Entramos a lo
que parecía ser una celda y ahí había una cama, ella ingreso adentro y cerré la
celda:
-es para tu
seguridad. –le dije, ella coloco ambas manos en los barrotes y me miro con una
cara un poco triste, apoye mis manos sobre las suyas y le dije:
-tranquila no va
a pasarte nada, no dejare que no te pase nada. –la miraba aquellos ojos
asustadizos, era una hermosa jovencita. Ella quito sus manos de los barrotes
dejando las mías acariciando la nada.
La quede
cuidando desde afuera y de vez en cuando la miraba para ver si estaba bien.
Eran las 02.44 horas de la madrugada y entro a su celda para ver como esta
ella, y noto que estaba temblando de frio me acerco a Angela y la tapo con mi
cazadora pero noto que sigue temblando de frio asi que me acuesto a su lado
para darle calor.
Eran las 7.30 de
la mañana y me despierto con el primer rayo solar sobre mis ojos, miro a mi
lado y Angela ya no estaba, me levanto y rápidamente comienzo a buscarla reviso
la estación de policía de pies a cabeza pero no la encontraba.
Salí afuera de
la comisaria y el sol me da de lleno en el rostro, miro a todos lados y no la
veo por ningún lugar. Había comenzado a preocuparme, comienzo a buscarla desesperadamente,
era la única superviviente que había hallado y ahora se me había perdido.
Son las 11.23
horas aun no hallo a Angela era como si se hubiera esfumado como si en realidad
nunca la encontré. Ingreso nuevamente a
la comisaria y esta era la cuarta o quinta vez que la revisaba, no había nadie
pero me percato de que arriba de la cama en donde durmió estaba su pañoleta
blanca la que llevaba en el cuello antes de que desapareciera, lo más extraño
era que aun estaba tibia siendo que ya habían pasado cuatro horas
aproximadamente.
Miles de
imágenes se me cruzaban en la cabeza pensando lo que le estaba sucediendo, tomo
la pañoleta y salgo a buscarla nuevamente.
-¡Angela!...
¡Angela!... -comienzo a llamarla para ver si lograba oírme, ella no logro oírme
pero otros los menos deseados lograron “olerme”. Zombis que estaban a unos
metros de mi, comenzaron a acercarse y comienzo a retroceder y a abrir fuego
contra ellos, mis disparos son certeros y los dos infectados que estaban
dispuestos a atacarme caen al suelo. En una de las manos de uno de los
infectados veo que tiene la pulsera de Angela, el corazón comenzó a acelerarme
a mil, en ese momento estaba pensando lo peor.
¿Angela estaba
muerta o viva? Me preguntaba una y otra vez, pero igual continué buscándola,
quería dar con ella a como diere lugar. Ingreso a un edificio en un estado
totalmente desolado, ni siquiera un alma recorría esos pasillos, estaba todo
destruido y puedo ver a lo lejos un pequeño cuerpo tirado en el suelo, ¿era
Angela?, no estaba seguro pero decido ir a ver.
Desfundo mi arma
de servicio y camino sigilosamente, estaba muy oscuro y no alcanzo a ver muy
bien. Era Angela aquella muchachita tirada en el suelo:
-¿Angela?...
¿Angela? ¿Estás bien? –la tomo entre mis brazos, y tiro su cabello para atrás,
noto que tiene una grave cortada en la cabeza, pero mi pregunta era ¿Qué hacia
aquí? Noto que comienza a mover los parpados y veo sus dulces ojos mirándome.
-¿Leon?...
-si, ¿Cómo
estás?
-me duele mucho
la cabeza, ¿Dónde estamos? ¿Ya estamos a salvo?
-mientras tanto
si, déjame ayudarte a ponerte de pie.
-Gracias.
La ayudo y ya
ella de pie, salimos de aquel lugar, nos dirigimos hacia afuera. Suena mi
comunicador y me lo coloco en el oído.
-aquí, es Leon…
-[Leon, en
minutos mandaremos un helicóptero de rescate, ¿Dónde te encuentras? Si estás
cerca de un helipuerto es mucho mejor.]
-estoy en el
centro, pero no veo ningún helipuerto cerca.
-[Leon, trata de
localizar un edificio llamado Protect, esa estructura cuenta con helipuerto,
date prisa.]
La tomo de la
mano y nos echamos a correr para dar con aquel edificio, a nuestro andar se
suman unos cuantos amigos desagradables que no me simpatiza recordarlos.
Por fin damos
con el edificio e ingresamos a aquella estructura, pero para nuestra desgracia
parece haber más infectados ahí dentro que afuera. Parece ser el mismo
infierno, una mujer babeándome se presenta frente a mí, suelto a Angela por
unos segundos para ocuparme de ese percance que teníamos.
-Angela, no te
alejes de mí. –cargo mi arma de servicio y comienzo a abrir fuego, de aquella
mujer unos cuantos se suman a interponerse en
nuestro camino.
Estaba tan
distraído con los zombis que estaban delante nuestros ojos que no me había dado
cuenta que a la mujer que había disparado primero comienza a levantarse detrás
de Angela. La mujer infectada toma a Angela de los hombros y la atrae hacia
ella, y ferozmente le clava sus dientes en el hombro a la jovencita.
-¡Leon! –grita
ella entre el dolor y la desesperación por salir de las garras de la mujer, al
voltearme veo que Angela trataba de salir de aquel lugar, mientras la infectaba
gozaba saboreando su carne y se regocijaba con la sangre de la muchachita.
Le doy una
fuerte patada en el rostro a aquella mujer, mientras Angela trata de parar el
sangrado de su hombro, y rápidamente comienzo a abrirme paso con mi arma.
Una vez en el
helipuerto y miles de zombis detrás de una puerta tratando de derribarla, le
digo a Angela:
-déjame ver tu
herida. –ella me lo enseña y aun sangraba, tomo su pañoleta y se la coloco en la
herida.
-voy a
convertirme en una de esas cosas verdad. –me dice con sus ojos llenos de
tristeza.
-no tranquila,
no pienses en eso. No voy a abandonarte ¿si? Tranquila Angela. –ella baja la
cabeza y comienza a sollozar. El verla asi se me partía el corazón, la abrace
corriendo el riesgo de que ella podía morderme. –no voy a dejarte Angela.
Ella se recuesta
en mi hombro, y comienzo a sentir que su piel comienza a tornarse fría.
-¡Angela! ¿Estás
bien?
-tengo sueño
Leon. Estoy muy cansada, quiero dormir.
-Angela, no te
duermas ya viene el rescate, resiste un poco más. –la miro a los ojos una vez
mas y noto que esta poniéndose pálida. –Angela, Angela resiste por favor no me
dejes.
La jovencita se
recuesta en mi pecho y dice:
-¿ya vienen?
-si Angela
aguanta por favor.
-ok, solo hay
que esperar.
-aguanta Angela.
Solo un poco más. –unos minutos después, ella parece no aguantar más y toma mi
arma de servicio, la coloca entre mis manos.
-sabes bien que
hacer Leon. –me mira a los ojos una vez más y se acerca lentamente a mis labios
pero cuando va a besarme su corazón deja
de latir. Me había percatado de que una lágrima recorría su rostro, tomo mi
arma y le apunto en dirección al pecho, cuando decido dispararla el helicóptero
de rescate estaba sobre mi cabeza.
Habían llegado
aunque un poco tarde, lanzan una escalera y dejo a Angela dormida sobre el
suelo. Una vez dentro del helicóptero me dicen:
-¿y la
superviviente?
-murió. –les
digo un poco deprimido, miro una vez más hacia afuera y Angela estaba ahí
aquella muchachita de 20 años, ya era una más del montón, y es ella quien
siente el primer sabor de una bala atravesar su cráneo.