Alejandro, el nombre de un amor
abandonado.
Mi
curiosidad no tenia limites para saber sobre quien era aquel hombre con el que
me desvelaba hablando noches y noches incansables por saber más de él. Me puse
un tanto insistente a que me contase cosas de su vida personal.
Por
misterios de la vida, comenzó a hablarme de sus múltiples defectos que en este
momento me causa gracia recordarlos, no sabía qué era lo que pretendía que
hiciera… ¿Marcharme? ¿Asustarme? ¿Acaso, huir despavorida? Él no contaba con
que me quedara a su lado hasta el último momento.
Seguimos
hablando por bastante tiempo, no planeaba enamorarme de Alejandro tan de
repente, pero el hecho de siempre estar juntos, día tras día hablar,
conocernos, saber las peores cosas uno del otro y no irnos.
Su
vida, era bastante terrible para mi parecer, desperdiciada, abatida, acabada.
Era como una herida que estaba sanando, venir y sacar esa costra y que volviera
a sangrar. Estar con una mujer que no lo amaba, que no le daba su lugar, que no
lo trataba y pues, por otra parte, estaba Alejandro. Cansado, entregado al
conformismo y a esa vida, me repetía una y otra vez que dejaba las cosas como
estaban.
Días
por medios teníamos discusiones, porque en repetidas ocasiones le pedí que
saliera de aquella vida patética aburrida en la que se encontraba y volviera
con las personas que lo amaban, que con ansias esperaban su regreso, pero su
obstinación era peor y aun mas así me empecinaba, no iba a dejar que por nada
del mundo se siguiera quedando.
Un
cierto día, le dije “mi amor”, pero lo había hecho apropósito, quería que viera
que había alguien que si lo amaba, que si se preocupaba por él, que si quería
su felicidad y verlo desplegar aquellas alas sin plumas y opacas, y así volar
alto como un águila al demostrar todo su esplendor.
Le
había dicho que fue una “equivocación”, que no lo hice queriendo (pero en
realidad si quería hacerlo, lo amaba realmente).
-Estoy
en una relación con otra persona ¿eso no te importa? –me dijo temeroso ante lo
que iba a responder.
Pues
no, no me importaba absolutamente nada, pero algo dentro de mi estaba pasando
pues estaba faltando a mis principios morales, estipulados por mí. No creía mis
propias palabras, pero realmente no me importaba nada más que Alejandro y su
bienestar. De aquel hombre, me atrajo todo, pero mas fue su fragilidad, el
sentirse vulnerable y cegado fue lo que hizo que me pusiera tan obstinada y
lucharía por él hasta el último de mis suspiros.
Los
días seguían pasando y lo esperaba ahí en su chat, le había puesto su nombre, y
junto a él un corazón adornándolo. Faltaba mis principios morales, pues me dije
muchas veces a lo largo de mi joven e inexperta vida, que jamás iba a estar con
un hombre que tuviera otra mujer o un hombre con hijos, pues he aquí, ya había
mandado a la mierda aquellos principios. Estaba totalmente dispuesta a asumir
todos los riesgos que conllevaban tenerlo a mi lado.