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sábado, 29 de junio de 2019

120 dias (la secuela) La version de Isabella Parte 1

Mis ojos en tu corazón

Me llamo Isabella y tengo 27 años, en mi corta vida podemos decir que he aprendido bastante de ella, seria precoz adelantarme a los acontecimientos en los que relato mi versión de los hechos pero les contare un poco de mi historia de vida. Comenzaré concisamente sobre el principio.
Desde mi niñez mi vida no fue fácil, hija de padres separados, y pues era bastante problemática en la escuela. Ya en mi adolescencia, al ser una jovencita tan sumisa, decidí sacar a relucir mi lado rebelde e indomable, había enfrentado a mi madre en múltiples oportunidades y reprocharle por su separación prematura con mi padre era algo que no podía faltar en nuestras recurrentes discusiones.
¿Cuando comencé a entrar en la edad de la madurez? Pues a los 18 años, aun seguía siendo muy inmadura. Finalmente luego de varias decepciones amorosas a los 21 años decido casarme, grave error. Nueve meses después decido separarme de hecho de un hombre, si es que puede llamárselo así, que prácticamente me golpeaba todo el tiempo.
Cuando lo conocí a Alejandro, sinceramente no buscaba nada, las cosas fueron dándose fortuitamente. Ya que jamás tuve suerte en mis relaciones amorosas, había perdido la fe en los hombres.
Al principio fue un tanto grosero, me parecía un hombre austero, aburrido, metiche y faltaría decir que era un  agrandado que le encanta sobresalir sobre los demás, y demostrarse para diferenciarse, era su especialidad, según mi criterio. 
Nuestro cruce de palabras fue bastante desafortunado, pues para su mala suerte era un día en el que estaba con muchas ganas de pelear con alguien, y Alejandro se topo conmigo.
Los insultos se fueron dando en aquel grupo de Whats app, y fueron prolongándose con más frecuencia en el chat privado.
¿Quien se creía ese pelagatos? Para decirme de cosas a mí. Pretendió dejarme en ridículo ante los miembros haciéndose el pobrecito, se fue sin mediar mas palabras que, “Gracias Raquel pero no puedo estar en un grupo donde solo molesto”. Toleraría cualquier cosa, menos un hombre o, una persona que se hace el víctima.
Luego de querer olvidar el suceso, quedo pensando por una milésima de segundo, pero mis impulsos fueron mayores y decido atosigarle en su chat privado.
La balacera de insultos prosiguió hasta el punto de herirme y atentar contra mi feminidad.
Cuando supo quién era y qué era, mermo por completo sus palabras y una charla amena se dio en aquellos próximos días.

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