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lunes, 11 de noviembre de 2019

Olvido de una Pasión

Háblame de amor;
Cuando los suspiros se conviertan en lagrimas
y el latir tome forma de un mundo gris.
Háblame de amor;
Cuando aquellos besos que imaginaste
se conviertan en un adiós y las luces del alma se apaguen.
Háblame de amor;
Cuando el nudo en la garganta no deje mas
que un solo sabor amargo,
y eso que anhelaste se te escurra como agua entre los dedos.
Háblame de amor;
Cuando mis ojos no vean mas los dibujos en tu piel
y mis oídos no escuchen mas el resonar de tu voz.
Cuando las heridas sean mas profundas 
y sangrantes que las mías.
Recién ahí... háblame de amor.

sábado, 2 de noviembre de 2019

120 dias (La Secuela) - La versión de Isabella Parte 5


Inti de mi vida

Luego de aquel desafortunado suceso pasaron unos cuantos meses pero, la desgracia estaba obstinada en perseguirme.
A finales de agosto y comienzo de septiembre de ese mismo año, había conocido a otro hombre, el cual no nombrare del cual comencé una relación “intima/amorosa”, de la cual Alejandro no sabía, no tenia además porque saberlo el tenia su vida, y yo había decido empezar la mía.
Pero para mi sorpresa, ese hombre no solo me mintió, sino que estaba casado y con hijos. Era un tanto sospechoso por lo que decidí investigarlo, no solamente me sentí usada y sucia y muchos sentimientos más, sino que tenia la leve sospecha de estar embarazada.
Ya no soportaba mas esconderle las cosas a Alejandro y el 3 de Octubre decido contarle todo lo que paso. No me lo esperaba pero él, me había hecho una escena de celos peor que la mía. Falta decir que siempre jugábamos un juego de preguntas y respuestas.
Luego más calmados, es decir, después de los reproches, aclaraciones, volvimos a ser los de antes pues se había puesto en mis zapatos, en cómo me sentía, los miedos que tenia y sus palabras fueron certeras. Y en una sola frase me dijo “si llegas a estar embarazada, yo quiero a ese bebe, quiero que lleve mi apellido”.
Mis ojos automáticamente se llenaron de lágrimas, pues sería mama primeriza. Anteriormente había estado embarazada de mi antiguo matrimonio pero el padre de mi hijo me golpeaba tanto que el niño pereció dentro de mi vientre.
Aquella noche nos quedamos hablando hasta la madrugada pensando e imaginando el nombre de nuestro futuro hijo, le mostré unas ropitas que tenia. Pero la verdad fue develada al día anterior al hacerme el test de embarazo que había salido negativo. No había bebe, ni embarazo, solo había sido un simple atraso.
Entristecida por lo que vieron mis ojos, y el sentirme desilusionada ante la situación, Alejandro trato de animarme.
El 7 de Octubre siendo las 23:45 pm, comenzamos a hacer nuestro juego de preguntas y respuestas de todo tipo. En eso le pregunto ¿estás enamorado de mi? Aun recuerdo su audio de Whats app de 6 minutos, en el que me explicaba que si lo estaba, cuando empezó todo y cuáles eran sus miedos. Le explique que yo no era cualquier mujer que yo era mucho mejor que todas aquellas mujeres que él había conocido, que a pesar de tener 27 años tenía mis ideas muy claras, que ya era una profesional y lo único que quería era formar una familia estable y ser feliz con una persona que me amase de la misma forma en que yo lo hacía. Sabes que te amo, le dije, y que ese sentimiento jamás se fue, quizás disminuyo un poco por la serie de sucesos que tuvimos pero nunca desapareció completamente.
Era como si todo aquel fuego que Alejandro había apagado en su partida, aun quedaban brazas de aquella hoguera, y al poner su retaso de leña, (el decirme que estaba enamorado de mi) volvió a encender aquella pequeña braza que aun no quería apagarse, ese mismo día nos pusimos de novios.
Y es ahora cuando me detengo a pensar, en los pleitos, las discusiones, las idas y vueltas, en todo lo que él fue y es.
Y es cuando me digo a mi misma, de la maravillosa vida que estaba perdiéndome al no tenerlo a mi lado, y aun así, asumo todos los riesgos  que sigo cargándolos amorosamente, pues mi Alejandro lo vale todo, vale esos riesgos y mas, vale las cargas, el peso, las lagrimas de felicidad, el corazón que se me contrae del amor que le tengo, los obstáculos que los pasamos juntos.
Me detengo a no solo escribir como una protagonista mas de esta historia, sino como la verdadera yo. Y se perfectamente que estás leyendo esto “Alejandro”, y solo me basta decirte… te amo… te amo como jamás ame a nadie, te amo en tus enojos, en tus derrotas, en tus defectos y en tus victorias, en tus virtudes, y tus alegrías. Y aunque tengamos broncas y discusiones, peleas y nos odiemos en nuestros peores días, déjame decirte que solo se me ocurre amarte, solo puedo amarte, solo puedo decirte que soy inmensamente feliz cada día a tu lado, cada segundo cada minuto juntos, lo aprovecho al máximo y deseo que nuestros pequeños momentos jamás se acaben, pero el día llega y veo como te vas.
Como si el tesoro más preciado tuviera en mis manos y este se me escurriera como agua entre los dedos. Te amo, ahora y siempre.
 Isabella Venturi.- 27 años.

120 dias (La Secuela) - La versión de Isabella Parte 4


“A que vienes…”

La partida de Alejandro aunque triste marco mi corazón pues por casi un mes no supe de él.
Una hermosa tarde hablando con mis amigas de la escuela primaria, Raquel, me envía un mensaje diciéndome en explicitas palabras que Alejandro le había preguntado por mi y por como estaba.
Y todo aquel enojo, volvió violentamente a mí. “Dile que estoy muerta, que desaparecí que no sabes de mi, que te peleaste conmigo”, en complicidad, Raquel dijo explícitamente mis palabras, pero como siempre no controle mis impulsos y fui a dirigirme a los contactos para enviar un mensaje y efectivamente Alejandro me había desbloqueado.
Y como toda resentida, me puse los pantalones y le dije, “¿Qué quieres?” “¿A qué vienes? Y como siempre hablándome a mi misma decidí imponerme y no volver a caer en sus tretas, quien se creía ese, abandonador, pelagatos, creído, obstinado y varios seudónimos más que expresaban claramente mi enojo por su acción.
Más él se excuso diciéndome que le habían robado su celular y que la persona, quien le robo, había escrito esas cosas tan feas. Uhmmm… costo creerle pero para que el quedara satisfecho, le creí, pero entre ustedes y yo, no le había creído ni una sola palabra a ese maldito mentiroso.
Había decidido darle una oportunidad, una SEGUNDA oportunidad, aun lo seguía amando pero trataba de mantener mi distancia. La verdad no sabía que le había hecho cambiar de parecer y volver así como si nada, y me carcomía la curiosidad.
Obviamente se lo exigí, las disculpas pertinentes, y continuamos como si nada, pues había hecho borrón y cuenta nueva. Pero, manteniendo cierta distancia como lo exprese anteriormente.
Le pregunte que había hecho este tiempo separados, que había cambiado, esperando una respuesta afirmativa, pero me dijo que nada cambio que su rutina diaria continuaba como si nada. Nuevamente mi insistencia porque se fuera de México prosiguió, hasta me da risa recordarlo, porque era bien pesada.
Los meses prosiguieron y ya no nos habíamos separado mas, pero un 14 de febrero del 2018 a la mañana, Alejandro había subido una foto a su estado de Whats app con su “mujer”, por decirlo de una cierta forma.
Pues la bomba arrojada en Hiroshima y Nagasaki fue un chaskiboom a comparación de la furia que sentía en mí. Los reclamos habían empezado suaves y fueron incrementándose en torno a sus respuestas “ESTUPIDAS”
-¿Qué mierda te pasa Alejandro? Esa mujer relativamente está arruinando tu vida y tú te esmeras en escribirle “que gracias a ella que te acompaña, te cuida” ¿Es enserio? –como me había encabronado, no tanto por la foto, sino por las estupideces que decía, siendo que conmigo se quejaba y ahí estaba adulándola como si fuera la heroína de su historia.
No solo lo expreso entre líneas sino, que también se lo dije, textualmente que era un baboso y un ridículo al expresar todas esas estupideces juntas. No sabría cual era su expresión en ese momento, pero sí recuerdo latente la mía, la vena del cuello estaba a punto de explotarme y sentía una impotencia de querer gritarle a esa vieja chancluda todas las verdades a la cara. Y por otra parte a Alejandro… ¡¡¡darle una buena patada en los bajos para que dejase de ser tan imbécil!!! Y que actuase como un hombre de verdad y no ser el baboso de siempre. Mis palabras fueron hirientes al decirle que me iría que no me importaba que la que se lleva la peor parte era yo, que quien socorría ante él era yo, pero era esa “mujer” quien era quien se llevaba todo mi crédito.
Pero a decir verdad un 30% de mis enojos eran mis celos que me cegaban, que eran obvios en mis sentimientos por él. Alejandro me pidió que no me fuera, que lo hacía para que ella no lo sospechara. Pues nada de lo que me decía parecía importarme. Que rabia sentía y siento al recordar esto.

120 dias (La Secuela) - La versión de Isabella Parte 3

Tu despedida, mi melancolía.

Los días habían pasado, la confianza y el lazo que nos unía fue fortaleciéndose con mucha más fuerza. Pero un cierto día, la paz se acabó.
Comenzamos a discutir por algo, que sinceramente no lo recuerdo, pero sus palabras fueron tajantes cual verdugo asesina a su víctima, “Esto no puede seguir, y por mi bien y por tu bien, por el bien de los dos. Había quedado helada ante sus palabras e instantáneamente me bloqueo.
Pero… ¿Por qué? Si yo lo amaba, yo buscaba su bienestar, ¿Qué había hecho mal? Las preguntas abrumaban mi cabeza, y mi vieja amiga la depresión tocaba la puerta de mi corazón, pidiéndome ingresar.
Quería creer que era un sueño, que al otro día Alejandro volvería, pero no fue así. Esa noche siendo las 3 a.m me dormí llorándolo y extrañándolo, pues sus palabras me faltaban y sentía aquel vacio retumbar en mi cabeza, y las preguntas abrumándome. “Urpi Killari”, el seudónimo que me puso una noche cuando le enseñe mi piel por fotos y al ver la blancura de la misma, que traducido del quechua al español significa “Palomita con luz de luna”.
Mis lágrimas se resumieron en mi teléfono y en mi corazón herido y usado por aquel hombre que solo me había enamorado y se había marchado.
Había aceptado que había perdido, había aceptado que Alejandro ya no estaba. Raquel me hablo y pregunto cómo estaba, que Alejandro también la había bloqueado y mis palabras fueron certeras en decir que no quería saber más de aquel hombre, no quería verle ni hablarle mientras se encontrase más lejos fue mejor, que no lo necesitaba para nada. Pero en las noches al sentirme tan sola y acongojada, sobresalían mis lagrimas al recordarlo y verlo en sus fotos, ahogándome en mi propia rabia y tristeza me decía una y otra vez, si tan solo lo tuviera cerca unos minutos le dejaría su rostro rojo de tantas cachetadas.
-El que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen. –me decía una y otra vez, y así fue.