“A que
vienes…”
La
partida de Alejandro aunque triste marco mi corazón pues por casi un mes no
supe de él.
Una
hermosa tarde hablando con mis amigas de la escuela primaria, Raquel, me envía
un mensaje diciéndome en explicitas palabras que Alejandro le había preguntado
por mi y por como estaba.
Y todo
aquel enojo, volvió violentamente a mí. “Dile
que estoy muerta, que desaparecí que no sabes de mi, que te peleaste conmigo”,
en complicidad, Raquel dijo explícitamente mis palabras, pero como siempre no
controle mis impulsos y fui a dirigirme a los contactos para enviar un mensaje
y efectivamente Alejandro me había desbloqueado.
Y
como toda resentida, me puse los pantalones y le dije, “¿Qué quieres?” “¿A qué
vienes? Y como siempre hablándome a mi misma decidí imponerme y no volver a
caer en sus tretas, quien se creía ese, abandonador, pelagatos, creído,
obstinado y varios seudónimos más que expresaban claramente mi enojo por su
acción.
Más
él se excuso diciéndome que le habían robado su celular y que la persona, quien
le robo, había escrito esas cosas tan feas. Uhmmm… costo creerle pero para que
el quedara satisfecho, le creí, pero entre ustedes y yo, no le había creído ni
una sola palabra a ese maldito mentiroso.
Había
decidido darle una oportunidad, una SEGUNDA oportunidad, aun lo seguía amando
pero trataba de mantener mi distancia. La verdad no sabía que le había hecho
cambiar de parecer y volver así como si nada, y me carcomía la curiosidad.
Obviamente
se lo exigí, las disculpas pertinentes, y continuamos como si nada, pues había
hecho borrón y cuenta nueva. Pero, manteniendo cierta distancia como lo exprese
anteriormente.
Le
pregunte que había hecho este tiempo separados, que había cambiado, esperando
una respuesta afirmativa, pero me dijo que nada cambio que su rutina diaria
continuaba como si nada. Nuevamente mi insistencia porque se fuera de México
prosiguió, hasta me da risa recordarlo, porque era bien pesada.
Los
meses prosiguieron y ya no nos habíamos separado mas, pero un 14 de febrero del
2018 a la mañana, Alejandro había subido una foto a su estado de Whats app con
su “mujer”, por decirlo de una cierta forma.
Pues
la bomba arrojada en Hiroshima y Nagasaki fue un chaskiboom a comparación de la
furia que sentía en mí. Los reclamos habían empezado suaves y fueron
incrementándose en torno a sus respuestas “ESTUPIDAS”
-¿Qué
mierda te pasa Alejandro? Esa mujer relativamente está arruinando tu vida y tú te
esmeras en escribirle “que gracias a ella que te acompaña, te cuida” ¿Es enserio?
–como me había encabronado, no tanto por la foto, sino por las estupideces que
decía, siendo que conmigo se quejaba y ahí estaba adulándola como si fuera la
heroína de su historia.
No
solo lo expreso entre líneas sino, que también se lo dije, textualmente que era
un baboso y un ridículo al expresar todas esas estupideces juntas. No sabría
cual era su expresión en ese momento, pero sí recuerdo latente la mía, la vena
del cuello estaba a punto de explotarme y sentía una impotencia de querer
gritarle a esa vieja chancluda todas las verdades a la cara. Y por otra parte a
Alejandro… ¡¡¡darle una buena patada en los bajos para que dejase de ser tan
imbécil!!! Y que actuase como un hombre de verdad y no ser el baboso de
siempre. Mis palabras fueron hirientes al decirle que me iría que no me
importaba que la que se lleva la peor parte era yo, que quien socorría ante él
era yo, pero era esa “mujer” quien era quien se llevaba todo mi crédito.
Pero
a decir verdad un 30% de mis enojos eran mis celos que me cegaban, que eran
obvios en mis sentimientos por él. Alejandro me pidió que no me fuera, que lo
hacía para que ella no lo sospechara. Pues nada de lo que me decía parecía
importarme. Que rabia sentía y siento al recordar esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario