En el centro de Japón, en la ciudad en Kyoto,
existía una joven llamada Sakura, su piel era blanca como la nieve, sus
cabellos largos y rojizos al igual que el color natural de sus labios.
Sakura era una niña de tan solo 14 años y
estaba enamorada de un apuesto joven llamado Akiyama, que la mayor parte del
dia estaba fuera disfrutando de la naturaleza. Pero Akiyama tenía otras
intenciones con la inocente Sakura.
Todas las tardes se encontraban a solas en un
bello jardín llamado Kinkaku-Ji, uno de los más hermosos de Kyoto. La dulce
Sakura esperaba a su enamorado cerca de un bello lago a cercanías del precioso
jardín.
La joven siempre vestía un kimono rojo con
flores blancas, sandalias rojas, y una peineta del mismo color, con pequeños rubíes
incrustados en ella.
Luego de que Akiyama le había pedido la
prueba del amor a Sakura, este le dijo que lo esperara en el jardín al lado del
lago durante la noche, para huir juntos. Sakura no lo sabía, pero de esa prueba
de amor el fruto en su vientre crecía
Esa misma noche, hubo un eclipse de luna,
esta se había teñido de rojo, Sakura huyo en la oscuridad y espero a su amado
en el mismo lugar en donde se encontraban, la luna sangrienta se reflejaba en
el lago.
La joven risueña espero por horas a Akiyama,
pero jamás llegó. Sakura fue engañada y no podía volver a su hogar porque
también había sido deshonrada, sus lágrimas cayeron poco a poco, corriendo su
voluble maquillaje en donde esas mismas lagrimas tomaron un tono rojizo. Pero
la dulce joven continúo esperando.
Los días fueron pasando y Sakura seguía allí
esperando por su amor, poco a poco sus brazos se convirtieron en ramas y sus
piernas en un tronco firme de corteza rojiza, de sus labios brotaron bellas
flores blancas con un rojo intenso en su interior, así también fueron sus hojas
tomando el mismo tono rojizo característico de Sakura.
Junto al lago en aquel jardín de Kinkaku-Ji un bello árbol apareció en primavera y de la joven Sakura jamás se supo otra vez.
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