-Discúlpame Leon… debía
hacerlo sola.
-Y si te hacía algo, no me
dijiste acaso que eran de distintos bandos. –el muchacho trató de escapar.
Corrí atrás de aquel hombre,
mientras Svetlana con gritos de desesperación me pedía que no le hiciera daño.
-¡Detente! –continuaba
corriendo, buscando huir únicamente porque sabía que sería interrogado. -¡Que
te detengas maldición!
Estando casi por alcanzarlo
me lanzo sobre su cuerpo y le hago presión con mis piernas mientras saco
un precinto negro usándolos como esposas
y lo ayudo a ponerse de pie.
-Leon basta, suéltalo.
-Oblígame… tú, camina.
–empujo al joven.
-No me llamo tú, soy esteban.
-No te dije que hablaras.
Volvimos al lugar donde
anteriormente estaban ellos dos. Estuvimos varias horas sin hablar hasta que
Esteban rompió el silencio.
-Quiero ir a orinar, niño
bonito.
-Pues hazlo.
-Como, si tengo las manos
atadas. –me pare y fuimos a un lugar alejado, atrás de un auto abandonado y quemado.
-Ya, hazlo.
-No puedo siquiera bajarme
el maldito cierre. –le aflojo el precinto y cuando estoy por soltarlo por
completo.
-te escapas y juro que no
dudaré en dispararte. –le susurro al oído para que Svetlana no nos escuchara.
-Ya, okey entendí. –esperé a
que terminara sin dejar de apuntarlo y volvimos al lugar.
Me senté junto a Svetlana y
ella titilaba de frío le di mi chaqueta y me agradeció con una sonrisa
amistosa, se recostó contra mi hombro, era el dulce pecado y Esteban no
disimulaba sus celos.
Si fuera yo me sentiría en
la misma situación era una mujer hermosa de la que también comenzaba a
simpatizarme más allá del simple compañerismo. La cubrí bien con mi chaqueta y nos quedamos por un rato
más.
-¿Cuánto estaremos aquí?
–dijo Esteban.
-Unas horas más, así que
intenta dormir me quedaré de guardia.
-Eso espero. –vibró mi
teléfono celular.
-¿Aló?
-Leon, soy Claire. Te tengo
en el radar. –mire al cielo. -¿Cómo se llama el joven que te acompaña?
-Esteban Konz, busca todo lo
que sabes de él.
-Perfecto, en unas horas te
llamo.
Me quede pensando unos
segundos y vi algo moverse entre las sombras, apunte con mi arma y la linterna
en esa dirección.
-¿Quién está ahí? –apoyé a
Svetlana con delicadeza y fui al lugar. -¡Muéstrese! ¡Quien anda ahí! –el
silencio culmino mis oídos, volví donde estaba Esteban y Svetlana.
-Vet… despierta…
-Ummm… ¿Qué ocurre?
-Creo que hay peligro
debemos avanzar. Hey! Konz! de pie ya nos vamos.
-No molestes. –se puso de
pie y nos marchamos de ese lugar.
Luego de varias horas
caminando Svetlana me hizo una pregunta.
-¿Qué piensas Leon?
-Nada no te preocupes.
Espero una llamada.
-¿De Claire?
-Así es. Tiene que
informarme de algo. –suena mi celular una vez más. –Alo?
-Leon soy Claire. Tengo
noticias de tu acompañante.
-Dime te escucho. –detuvimos
el paso.
-Esteban Konz fue un ex
oficial de Wilpharma en 2002, en 2006 se unió a la cuadrilla de sicarios de
Tricell junto a Hunk. –lo mire mientras él me hizo una seña amistosa y lanzándome
un beso con su mano.
-Hace unos momentos oí
ruidos a nuestro alrededor y tuvimos que empezar a movernos, crees ¿Qué lo estén
buscando?
-No lo creo, lo están
buscando tienes 3 sicarios de Hunk siguiéndote.
-Dime que es una broma.
-Eso quisiera, sal de ahí
Leon y no levantes sospechas.
-Gracias. –corto la llamada.
-¿Y bien niño bonito? –me
acerco a él y lo empujo. -¡Qué te pasa maldito!
-Porque no nos dijiste que
tus amigos nos seguían.
-¿Qué? De qué demonios
hablas.
-Los sicarios de Hunk nos están
siguiendo. –miro a Svetlana. –corremos peligro Vet. Nos van a matar.
-¿De qué hablas niño bonito?
-No te hagas el listo
conmigo, maldito bastardo. –lo tomo de la camiseta.
-¡Leon no! –Svetlana me
sostuvo de los hombros y coloco a Esteban cerca de mí.
-Yo no importo pero le hacen
algo a ella y te juro que te mato con mis propias manos. –lo empujo.
-Chicos por favor no peleen,
lo solucionaremos.
-No Vet, Leon tiene razón. Tienes
que dejarme ir con ellos.
-¡No! No lo permitiré. –Abraza
a Esteban.
-Vete con Leon, Vet. Entiende
por favor, será lo mejor.
-No me olvides por favor. –dijo
ella con lágrimas en los ojos.
-Vete antes que te mate. –lo
vi desaparecer entre las sombras.
-¡Esteban! –lanzó un grito
de dolor al verlo esfumarse.
-Vet, vámonos. Estos tipos
regresarán.
-Pero Leon…
-Vamos, debemos irnos.
Nos marchamos de ahí y
Claire me llamó avisándome que estábamos cerca de un estacionamiento subterráneo
de una de las centrales de Umbrella y nos resguardamos hasta que la maldita
cuadrilla de Hunk se marchara.