Hacía más de cuatro años no sabía de él desde aquel
holocausto en el que decidió unirse al equipo contrario, mi mirada se perdió en
aquel helicóptero en el que se marchó con su equipo color negro, que tan bonito
le quedaba.
Así me había contado ella, Svetlana no pensaba en nadie más,
concentrada en hallarlo habíamos recibido un pedido de ayuda de que un sexo
masculino se encontraba en una zona de alerta en Michigan.
La mirada de aquella joven se pierde en las nubes y las estrellas
reflejan sus ojos negros.
-¿Svetlana? ¿Estás bien? –no recibo respuesta alguna. –Svetlana.
-dime. –reacciona y trata de disimular su mirada llorosa
hacia mis ojos y le ofrezco un pañuelo de papel. –Gracias.
-no quiero que te hagas falsas esperanzas. Llevamos más de un
año buscando a Esteban.
-mi corazón aún me dice que está vivo Leon.
La estreche entre mis brazos para contenerla y unas horas más
tarde la observe dormida en mi hombro.
Su belleza era envidiable, una hermosa italiana de rizos
negros y tez pálida marcaban el inicio de su joven y angustiosa vida tras haber
sobrevivido junto a Chris Redfield, ella era Svetlana Venturi de 24 años.
-cuan joven es tu vida hermosa criatura. –murmuré, faltaban
unas cuantas horas más de vuelo.
La apoyé delicadamente contra la ventana sin despertarla y
dejo caer de sus manos una fotografía un tanto sucia y manchada con unas gotas
de sangre, y al reverso estaba escrito el nombre, Esteban Konz. La miré a
Svetlana nuevamente y puse entre sus manos aquel pedazo de recuerdo, bajamos a
tierra buscando un buen lugar para aterrizar y desperté a la joven guerrera.
-Svetlana, despierta, hemos llegado. –bajamos de aquel
armatoste volador y comenzamos el reconocimiento.
La observé con un poco de destemplanza en mis facciones, su
mirada intranquila estaba en alerta y llena de esperanza, no permitiría que de desilusionase
otra vez.
-¿Pasa algo Leon? –no me había percatado de disimular.
-No, no tranquila. Sigamos. –caminamos y su cabello negro
azulado bailaba con el viento.
Podía hasta decir que había sentido celos por aquel hombre,
tanta belleza era mucha para mí y para él, mujer más hermosa la había visto una
sola vez, Nabila Gozzoli y aquel 2004 fatal.
-¡Leon!
-¿Qué ocurre?
-¿Qué pasa? Estas perdido en tus pensamientos.
-Pensaba en alguien, creo que en la zona donde estamos es la
menos indicada para hablar. –mire a mi alrededor.
Mire mi intercomunicador y me hablan desde las oficinas de TerraSave
-Dime Claire.
-Leon te estás acercando a la prisión, la tienes a 10.000
metros, aún no detecto peligro puedes seguir… ¿Leon? … ¿Leon?
Svetlana me inyecta un poderoso anestésico y caigo
paralizado.
-Lo siento Leon, pero tengo que hacerlo sola.
-No, Svet… lana, es peligroso. –mis ojos se cierran y caigo
dormido.
Unas horas más tarde, luego de soñar la muerte de Nabila
interpretada por Svetlana, me despierto exaltado y un poco transpirado.
Miro mi reloj, la cabeza se me partía a la mitad y ya había oscurecido,
poniéndome de pie con las pocas fuerzas que tenía decido ir en busca de ella. Tanteo
mis bolsillos para buscar mi comunicador y no esta, luego el arma tampoco.
-¿Qué hiciste Svetlana? –saco el cuchillo y camino sigilosamente
comenzando a acelerar el paso.
Llegando a una pequeña estación de policía abandonada, era el
lugar indicado por Claire. Entro y alumbrando con ayuda de la linterna, observo
que todo está vacío.
-Demonios. –pateo una silla. No quedaba de otra debía seguir
emprendiendo la búsqueda.
Pensé, ya estarán lejos de aquí, su dulce rostro juvenil vino
a mis pensamientos imaginando lo peor.
-¿Dónde estás niña?
La cabeza iba a estallarme de tanto pensar, ¿lo había
encontrado? ¿Le habrá hecho algo? Eran equipos rivales pero su pasión era más
fuerte, seguro estará besando esos labios rojos y fríos, perro con suerte. Lance
un grito para aplacar mi cólera.
-Ni siquiera tengo el comunicador para ver donde… -a unos
pasos había un teléfono público. –Por Dios, que bajo he caído.
Llame a Claire y le conté mi situación, ella encendió el localizador
de mi intercomunicador y me dio su ubicación exacta.
Corrí a su encuentro y a lo lejos vi una pequeña fogata y dos
personas, apague la linterna para no ser visto y veo en el suelo mi arma.
-Se le habrá caído. –la empuño con firmeza, me voy acercando
poco a poco y me detengo un segundo a oír las conversaciones entre ambos.
-Esta maldita cosa no ha dejado de sonar. –oí decir sacando
mi fiel teléfono.
-Arrójalo por ahí… -oí una voz masculina, estaba más que
seguro que era Esteban.
-No puedo, por ahí necesitaremos ayuda, ya que perdiste el
arma que te di. –aquel hombre le quita el dispositivo de las manos y cuando va
a arrojarla al fuego.
Salgo de entre las sombras apuntando firmemente sin que el
pulso me tiemble, la miro a ella con cierto recelo.
-Tú y yo luego hablaremos Svetlana. –ella se pone de pie. –lánzalo
a mis pies.
-¿Qué es esto? ¿Quién es él?
-¡Que lo lances! –lanza mi intercomunicador. –recógelo Svetlana.
–mientras ella lo coloca en mi bolsillo. –te dije que me esperaras.
(Continuará…)
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