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lunes, 27 de mayo de 2019

120 días - Una amazona llamada Isabella (Parte 2)


Lo único que se me ocurre es amarte…”

HISTORIA BASADA EN HECHOS REALES

Busque su foto por medio de Google, ya que parecía un tanto falsa, pensando que usurpaba la identidad de otra persona, nuevamente apoderándose de mí aquella desconfianza, mi vieja amiga de siempre. Pero efectivamente no había relación alguna con otra persona y la foto de aquella “niña de ojos verdes”, era original quedándome mucho mas impresionado, exclamé internamente hacia mí, “Esa mujer será mi esposa y la madre de mis hijos”.
Mi primera impresión hacia sus insultos y comportamiento estúpido deduje que era una persona vacía de mente, tarúpida, imprudente, inmadura, la típica jovencita que le gusta hacer amistades y tener “amiguitos” virtuales por todo el mundo. Nuestra conversación se resumió entre el siguiente dialogo:
-¿Por qué te saliste? Acaso eres cobarde, y no puedes enfrentarme. –Respondió sin mediar palabras.
-Tranquilo Isidro, vete a jugar Minecraft y escuchar a Bad Bunny. –Lo cual provoque la ira de aquella mujer temperamental.
Inmediatamente, ella me mando vulgarmente e insultándome a un lugar no muy agradable. Nuevamente con mi humor acido y característico le dije.
-No gracias, ya volví de tu casa y la verdad no me agrado en lo absoluto. –Nuevamente siguió insultándome con adjetivos que sinceramente no provocaban nada a mi prolongada lista de insultos.
-Mejor vete a llenar ese vacío podrido que tienes, y sigue metiéndote a tus grupos de WhatsApp o mejor aun has algo productivo con tu vida, y deja de estar molestando a personas que realmente están ocupadas. –Su lengua era filosa y tajante al expresar sus palabras, mas su ira no mermo.
-Mejor me voy porque estoy gastando mi valioso tiempo y mi preciosa saliva con un ser tan insignificante como vos. –Me reía antes sus insultos pues parecían palabras y canciones de niños.
Pero aquel vendaval de insultos y palabras hirientes no mermo, iba acrecentándose con fuerza, seguía aun tratándola como un masculino, hasta que totalmente hartada me retruca.
-NO SOY UN HOMBRE, SOY UNA MUJER. –Mis palabras mermaron de tono y las suyas también.
Y a partir de ahí la conversación se torno mas empática y amena, entre usted y yo, les seré sincero lo tome como un juego, un divino y perfecto juego, el cual no tenia heridos ni víctimas. Yo era el jugador y movía las piezas a mi antojo, y ella sucumbía a mis movimientos, pero como saberlo, que el jugador pasaría a ser una pieza más del juego del amor.
Su vida, al igual que la mía, fue un tanto desacertada, casada con tan solo 21 años, matrimonio joven con un ser despreciable que la golpeaba y la había embarazado, aun así, con el fruto en su vientre creciendo, los golpes no cesaron.
Relataba entre lágrimas tristes y ahogadas, la muerte de su pequeño hijo aun en los seis meses y medio de gestación. Sentía que esas palabras movían y abrían viejas heridas, podría ser acaso, ¿qué aquella mujer tuviera una vida tan similar a la mía?
Mas la escuchaba más me sorprendía, me conto que venció un cáncer degenerativo de piel, que había estudiado para ser Chef, que luego de pelear enormemente consiguió llegar a su sueño más anhelado, paro de hablar en un solo instante e imaginándome una dulce voz me pidió que le relatase la mía. Le dije que era un tanto similar, que había perdido dos hijos y que mi futura mujer me había sido infiel encontrándola con otro hombre en nuestra cama, en nuestra casa, y yo volviendo de trabajar.
Le dije que en una serie de desaciertos, luego de aquel suceso, la vida no, pues ella no tiene la culpa. Debido a mi toma de decisiones erróneas, el destino me llevo a México, a vivir una relación sin amor con una mujer que me tocaba poco y nada, que no quería darme hijos, que no quería vivir, que tenía una enfermedad crónica bastante grave, la Diabetes.
Hablamos por una buena cantidad de horas aquella noche, no le había dado muchos detalles de mi vida pues aunque me daba cierta confianza creo que aun no estaba lista para ciertas cosas. Se fue a dormir aquella noche y me quede analizando y releyendo nuestra conversación.

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