anuncio

viernes, 13 de marzo de 2020

El deseo de Perséfone (Parte 1)


Hace semanas lo miro por la ventana de mi autobús, y me pierdo en su frialdad al tomar su teléfono celular y hablar por medio de él con suma seriedad, él desde su porche negro con asientos de cuero rojo que deja ver el reflejo del ocaso que da inicio a la noche.
-¡LEO! – me habla mi compañera de asiento. –Iras o no al baile de otoño el próximo mes?
-No puedo, Liz debo ir de viaje con mi padre.-vuelvo a mirar por la ventana y aquel misterioso hombre se había marchado.
Saludo a mi amiga y entro a mi casa viendo a mi padre trabajando arduamente con su laptop.
-Hola papá… -solo escucho el ruido del teclado.- ¡HOLA PAPAAAAAAAA!
-Cariño, ¡llegaste! No te vi.
-Nunca me ves. –Murmuro. –Iré a mi habitación, viejo. –subo a prisa y cierro la puerta, me dejo caer sobre la cama y lagrimeo sobre mi almohada.
Mi vida es un constante sollozo de momentos desafortunados e inciertos, creería que lo que más disfruto es ver a ese extraño del porche negro y los asientos de piel rojos.
Mi nombre es Leonor y tengo 17 años, faltan tan solo dos meses para ser adulta y ya siento el peso de los años carcomiendo mis huesos fuertes y enérgicos. Soy huérfana de madre, y mi padre el zombi cibernético, se llama Luis y es un respetado doctor de mercadotecnia de una empresa pelele. Mi viejo se la pasa en su laptop ni cuando cenamos la deja, mi adolescencia fue complicada al no tener a mi madre, con mi padre todo fue más difícil, creo que las únicas palabras que cruzamos son “hola y adiós”, si cruzamos más de tres palabras es porque seguro me regañará.
¿El hombre misterioso? Aun no sé quien es pero sé que pronto lo averiguare, lo que si se es que siempre para junto a mi autobús cuando estoy de regreso a casa y me pego a la ventana mirándolo como estúpida. Está bien la palabra estúpida en una descripción ¿no?. Ok, sigamos.
Mi mamá creía muchísimo en la mitología griega, ella decía que su madre, o sea mi abuela, era sacerdotisa de Apolo, siempre creí que estaba loca de remate. ¡Y DEFINITIVAMENTE LO ESTABA!
No entiendo porque agregue eso pero todo es bien recibido, como suele decir mi profesor de arte, en fin, les estaba contando sobre “El”, es tan serio, tan formal y lindo y… formal, ¿ya dije esa palabra?
-Leoooo, ¡Cariño a cenar!
-¿otra vez comida de microondas papá?
-Linda, sabes que estoy ocupado y hago lo que puedo. –picoteo la comida y la pico con el tenedor de manera aburrida.
-Siempre estas ocupado. –Murmuro.
-Cariño te dije muchas veces que no murmures, que hables claro.
-Dije que siempre estas ocupado! EXTRAÑO A MAMA, ODIO ESTA VIDA, DESDE QUE MURIO SOLO TRABAJAS Y TRABAJAS, ODIO ESTA CIUDAD Y ESTA ESTUPIDA COMIDA. –me levanto de la mesa y subo a mi habitación, tomo la caja de libros de mi madre y escojo una novela, amo la historia de Perséfone y Hades, es tan romántica, me hace olvidar de mis malos días.
Me subo al tejado de la casa y me pongo a leerla, debes en cuando hago una pausa para ver las estrellas, y diviso una estrella fugaz. Suspiro profundo, como me gustaría encontrar a mi Hades también, sigo leyendo y me duermo sin darme cuenta.
Mis sueños muchas veces son un tanto raros. Sueño jardines, y un invernadero completamente envidriado y con un bello laberinto de rosas rojas muy espinosas, siempre estoy arrodillada cuidando y tallando rosas azules.
Me despierto exaltada y estoy en mi cama, miro a mí alrededor con asombro pues recordé haberme dormido en el techo pero no haberme levantado para venir a la cama.
Baje a la cocina y bebí un poco de leche.
-¿Papá? … ¿Nota en el refri? “Cariño fui a trabajar…nos vemos a la noche, sé que es sábado pero mi jefe me pidió que fuera te ama papá”. Le hago un bollo de papel y la arrojo al suelo. Y salgo rumbo a la casa de Liz.
Apresurada por llegar corro en mi bicicleta, pero la luz del sol me enceguece, y cuando quiero doblar para evitar el impacto un auto esta sobre mí. Solo siento el golpe y mi cuerpo azotarse contra el pavimento, luego mi visión se entre corta.
Casi sin fuerzas escucho el barullo de la muchedumbre asombrada por el accidente, y siento unos brazos que me levantan, diviso antes de desmayarme un hombre apuesto de traje negro y me coloca dentro de su auto y sale a prisa, a lo que debía ser un hospital.
Horas más tarde, me despierto con vendajes sobre mi tórax y unos apósitos en mi cabeza, en una gran cama redonda con una manta blanca que parecía ser de piel de algún animal, y toso un poco para asimilar que realmente estoy viva y no morí en aquel fatal accidente.
-¿Papá? –toso un poco mas y me froto un poco los ojos.
Esa no era mi habitación y la cama en donde repose no era la mía y mucho menos la de un hospital. ¿Dónde estaba? Me pongo de pie y solo tengo mi ropa interior.
-¿Qué demonios? –me cubro con las sabanas y tocan la puerta en repetidas ocasiones, vuelvo a hacerme la dormida. Entran, siento una caricia un tanto fría, que me hacia helar el alma.
Me moría de miedo por temor a que ese pervertido abusara de mi, tomo las sabanas y la bajo un poco para ver que las vendas siguieran en su lugar. Mis labios temblaban pero podía disimular, solo quería que se fuera, para poder largarme de aquel lugar sexoso. Se voltea para volver hacia la puerta y lo veo, era de cabellos negros y largos hasta los hombros, media como 2 metros y su piel era pálida.
Cierra la puerta e inmediatamente me paro de la cama y comienzo a tantear las ventanas buscando algún cerrojo.
-Debo salir de aquí. –Estoy asustada, muy asustada. Me tiemblan las manos y escucho que vuelven a abrir la puerta y tomo un jarrón. -¡No te acerques! ¡Juro que te matare con este jarrón bestia del infierno!
Escucho una voz tajante y seductora a la vez que hacia erizar mi piel.
-Tranquila pequeña no te hare daño.
-Eres el pervertido de dos metros, sácame de aquí, o juro que… que…
-Dime, vamos dime. –se iba acercando lentamente y el reflejo de la luna dejaba ver primero sus zapatos, luego sus ropas y finalmente sus labios.  
-Solo déjame ir, quiero volver a casa. –Comienzo a lagrimear, cuando pestañeo, aquel extraño hombre estaba frente a mí.
-Shhh, no llores pequeña, no te hare daño. Solo quise ser gentil al traerte a mi hogar después del desafortunado choque que tuvimos.
-¿Tú me trajiste aquí?
-Así es, no te iba a dejar morir allí.
-¡Y me desnudaste!
-Debía hacerlo, tu ropa estaba harapienta,. –se voltea y camina y la señala con un dedo. –también debía de curar tus heridas pequeña.
-Callat… -comienzo a marearme y aquel extraño me vuelve a sujetar entre sus brazos. –Quiero volver a casa… -me desmayo automáticamente. Siento su mano fría y áspera en mi mejilla, mientras se desliza a mi barbilla.
-Tranquila. –me vuelve a acostar y sigo durmiendo.
Me vuelvo a despertar horas más tarde, exaltada. Entran al cuarto.
-Pequeña estas bien.
-No te me acerques pervertido. ¿Por qué no me has llevado a casa?
-Aun no te sientes en condiciones, te desmayas por cualquier cosa y debo cambiarte los vendajes.
-No te acerques te dije. –tomo un objeto punzante de la mesa. –te voy a matar con esto, sea lo que sea.
Se acerca sin miedo y se apoya en el pecho aquel abre cartas que había dejado apropósito ahí.
-Te reto a que lo hagas. –y por primera vez vi su rostro labios pequeños pero tan deseables, cabello negro azulado hasta los hombros, y sus ojos eran dos esferas de fuego cuando se enojaba pero cuando me veía eran de color violáceo.
Miro fijamente a sus ojos.
-¿de dónde eres?
-pues de aquí. –comienza a acercarse a mí con cautela en dirección a mis labios. Y lanzo un quejido tomándome del hombro. -¿Duele?

-un poco. ¿Cómo te llamas?
-pensé que jamás me lo preguntarías. Me llamo Ha… -suena su teléfono. –ya regreso espérame.
La puerta queda abierta, me envuelvo con usa sabana y salgo del cuarto. Veo a ambos lados, y en el pasillo izquierdo esta aquel extraño pervertido de dos metros, aprovecho que no está mirando y me echo a correr por el corredor derecho, pero para mi mala suerte se voltea y me ve huyendo.
-¡Leonor! Vuelve. –comienza a perseguirme. –detente niña, aun no estás bien.
Cierro mis ojos con fuerza y comienzo a escabullirme entre los pasillos, corro tan fuerte como puedo, mientras que el comienza a parar su marcha y deja que huya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario