(...) la
mire con cara de desanimada, me frota la espalda. –vamos, te hace falta. Me
recuesto a su lado y duermo.
Comienzo
a soñar nuevamente que estoy en un bello jardín, amplio por donde se ve y de
mis manos comienzan a reverdecer las plantas y las flores abren sus hermosos
pétalos, era un lugar muy parecido a la acrópolis, el templo de la diosa
Atenea. Y por las columnas reverdecen hermosas enredaderas. Pero las columnas
comienzan a derrumbarse y caigo arrodillada llorando, y siento como que algo me
jala hacia un pozo pero Hades de sostiene la mano, tratando de jalarme hacia él
pero no puede.
-¡¡¡No
te sueltes de mi!!! –mis dedos comienzan a resbalarse de los suyos, cuando finalmente
me suelto y una capa de vidrio muy gruesa nos separa uno del otro.
-¡¡¡NOOOOO!!! ¡¡¡KOREEEE!!! –golpea el vidrio con fiereza. -¡¡KOREEEE!! –y de
sus ojos brotan gotas de oro. Y algo comienza a arrastrarme lejos de su vista
con una fuerza incomparable. -¡¡NOOOO!! ¡¡¡VUELVE KOREEEEEEE!!! –Y me despierto
exaltada.
-¡Hades!
–respiro agitada y comienzo a llorar sin razón. –Por Dios que me pasa, ¿porque
tengo estos sueños? ¿Por queeeee? –me tomo de los ojos y miro el reloj, son las
4:30 a.m
Me
levanto y salgo afuera de la casa y comienzo a recordar cómo me había besado,
mientras acaricio mis labios y cierro los ojos.
-Cómo
quisiera que este aquí. –miro al cielo. –pero que estoy diciendo, no claro que
no quiero, que tonta. –me siento sobre el césped. –Pero por otra parte… -tiro
mi cabeza para atrás. –Porque no le dije que si para irme con él. Pero esta
papá… -me pongo a pensar.
Me
levanto y me pongo a caminar por la calle, llego hasta un parque y veo a unos
metros unos hombres bebiendo cerveza, agacho la cabeza y comienzo a acelerar el
paso.
-¿A
dónde vas hermosa? –me cierran el paso y corro hacia el parque.
-Aléjense
de mí. Por favor señores.
-Muchachos
miren nos pide por favor.
-Que
bello vestido tienes.
-Déjenme,
es un regalo. –dije sosteniendo mi vestido.
-¿Te
lo regalo el tipo con el que te acuestas belleza?
-Insolente.
–lo abofeteo.
-Maldita
perra, me hizo sangrar. –me empuja al pasto y se sienta sobre mi pelvis.
-Eso,
haz que te respete.
-¡NOOOO,
DEJENMEEEE!
-Shhh
cállate, lo pasaras rico. –le escupo en la cara. El tipo se quita mi saliva de
su rostro y me abofetea. –eres una perra sucia.
-Nooooo,
ayudenmeeeee. ¡Hadeeeessss! –comienzan a reír a carcajadas.
-Eso
llama a tu noviecito. –se ríen grotescamente. Y comienza a besarme el cuello babeándome la parte del pecho y rompe mi vestido dejando
ver mi sostén. –sigue llamando que me encanta.
-Nooooo.
–comienzo a llorar. –déjenme por favor. –pataleo tratando de zafarme.
-No
te resistas mi amor. –me besa los pechos por arriba del sostén. Aprieto mis
piernas al sentir que ese desagradable hombre comienza excitarse.
-Nooo…
-lloro desconsoladamente. –Hades, ayúdame por favor. –mientras sigue besándome
aquel imbécil.
De
pronto las luces se apagan y unas pisadas que dejaban una marca de fuego azul
se dejaban ver en el suelo.
-Cierra
los ojos Leonor. –cierro mis ojos y empiezo a escuchar como Hades comienza a
despedazar a aquellos hombres, y dejo de sentir el peso del cuerpo de aquel
tipo que estaba sobre mí. Comienzo a llorar.
-Ya,
por favor. No sigas. –me toma entre sus brazos y cubro mi rostro, se va
alejando.
-Ya
puedes ver. –me mira con preocupación. – ¿qué hacías allí?
-No
podía dormir. –trato de cubrirme como puedo, totalmente avergonzada.
-Perdón
por tardar, vine tan rápido como pude. No te hicieron nada ¿no?
-No.
–me baja frente a mi casa.
-Debo
volver.
-No
me dejes, no te vayas. Quédate conmigo, solo esta noche.
-Pero
ya amanecerá.
-Te
dejare ir, con una condición.
-Dime.
-Vendrás
esta noche a quedarte conmigo. –suspira profundo.
-Vamos
al inframundo, allí es de noche todo el tiempo. Prometo que te traeré de nuevo.
-¿Lo
prometes?
-Lo
prometo.
-Entonces
vamos. –chasquea los dedos, aun estando yo en sus brazos, y atraviesa una
neblina que poco a poco nos cubre. Esperamos al barquero y comenzamos la
travesía por el rio Estigia.
Antes
de llegar me duermo en sus brazos, y besa mi mejilla. Llegando a su hogar me
recuesta en la cama y toca la comisura de mis labios, lo cura y se quita el
saco, la camisa y se acuesta junto a mí. Y por primera vez duermo apaciblemente
sin soñar nada raro.
Me
coloca sobre su pecho y acaricia mi piel con delicadeza con la yema de sus
dedos y me observa dormir, suspira profundo y duerme junto a mí.
Entre
dormida me despierto sobre el pecho de Hades, miro su torso desnudo entre
dormida y lo miro a él que duerme apaciblemente, me pongo de pie y vuelvo a
mirar hacia la ventana viendo la ciudad del Inframundo, vacía, sombría y
totalmente desolada.
Siento
una leve caricia en mi brazo derecho y un beso tierno en la mejilla.
-¿Qué
haces despierta y fuera de la cama? ¿Aun quieres escapar?
-Umm…
no…
-¿Entonces
qué ocurre? –me volteo y lo miro a los ojos.
-Prométeme
que si te cuento no te burlaras.
-Claro
que no. –acaricia mi mentón.
-He
tenido sueños muy extraños, después de que mi madre murió. –vuelvo a mirar
hacia la ventana y apoyo mi mano en el vidrio. –sueños… de una vida pasada que
tuve. A veces creo que todo esto es un solo sueño y pronto voy a despertar.
–acaricia mis hombros.
-Si
fuera un sueño, ¿sentirías esto? –besa mi hombro. Sonrío complemente sonrojada,
suena su teléfono. - ¿sí? Habla Hades. Está bien ahora voy. –corta la llamada.
–debo atender este asunto es importante, estaré aquí dentro si me necesitas,
llámame. –besa mi frente.
Toma
su camisa y su chaqueta, y sale de la habitación. Espero unos 30 minutos y aun
no subía, entonces decido bajar muy sigilosamente y escondiéndome entre la
baranda de las escaleras, comienzo a escuchar la conversación de Hades y esa
“otra persona”.
-No
puedo esperar más Hera, ya quiero decirle la verdad.
-Debes
tener paciencia Hades. Deja que ella misma descubra quien es. Si vuelves a
ayudarla la volverás a perder y no sabremos cuantos años mas tendremos que
esperar. –mientras hablaban pensé, “¿de quién están hablando? –sabes que ese
hechizo que tiene no puede deshacerse así por así.
Quiero
darme vuelta para volver a la habitación y tumbo un casco de una armadura que
estaba ahí parada junto a mí. Hades le hace una seña a Hera que haga silencio.
-¿La
trajiste? –susurra Hera. Él le hace un movimiento con la cabeza.
-¿Leonor?
¿Éstas ahí? Ven, baja. –bajo las escaleras como escondiéndome. –acércate. –sonríe
entrecortado.
-Umm…
Hola… -Hera me mira.
Hera,
esposa de Zeus rey de todos los dioses, diosa protectora del matrimonio, era
una preciosa mujer con ojos dorados, sus ojos eran como dos esferas de sol
radiantes, tenía una sonrisa picara y a la vez repleta de amor, en su cabeza
llevaba una preciosa corona con un corazón en el medio e incrustaciones de
amatistas a los lados, era rubia y su cabello estaba semi recogido con bucles que
le caían desde atrás y sobre sus hombros, tenía un par de aretes con dos rubíes
y un cinturón que en el centro tenía un cisne, estaba anexado a un collar que
llevaba hasta su pecho con un gran rubí en el centro y tenia cadenas de oro que
iban hasta su hombro y caían por su espalda, y llevaba puesto un vestido blanco
con pequeñas gotas de oro sobre la parte de su pecho.
-Leonor
¿no? –asiento con la cabeza y me escondo detrás de Hades. –necesito hablar
contigo Linda. –le hace un guiño a Hades.
-Ya
regreso. –me susurra al oído. –cuéntale de tus sueños. –besa mi frente. Y se
retira. La diosa me invita a sentarme.
-¿Y
bien? Cuéntame. Dijo Hades que has tenidos sueños muy extraños. –muevo la
cabeza diciendo que si. –quieres relatármelos.
-Sí.
–comienzo a explicarle cada uno de los sueños que tuve. Me toma de la mano y me
mira a los ojos, y comienza a tener una visión de mis sueños como si fuera ella
quien mismo los soñaba.
-Esos
sueños están queriendo decirte algo, busca el significado de la palabra “Koré”
e investiga todo cariño. Algún día iré a buscarte para llevarte al Olimpo. –se
pone de pie. –Hades, ya me voy. –Levanta la mano desde el fondo y continúa
viendo unos registros.
-Mi
Señora, me gustaría ir al Olimpo con usted. –se agacha.
-Claro
cariño, hagamos que Hades enloquezca un poco. –me susurra al oído. – ¡ya me voy
hermano!
-Ok…
-Escóndete
detrás de mí. –dibuja una holografía mía sentada en el sillón. Toma mi mano y
golpea su báculo contra el suelo y vuelve al Olimpo conmigo.
-Acércate
linda, te enseñare algo. –me acerco lentamente.
Y
me muestra en una fuente la visión del Inframundo. Y veo a Hades caminando
hacia el sillón, con un libro en las manos, lo cierra y lo deja sobre un
mueble, y se sienta sobre sus pantorrillas hablándome. Apoya una de sus manos
sobre la mía que descansa sobre el respaldo del sillón, la toma para besarla y
se desarma en sus manos convirtiéndose en polvo dorado.
-¡¡HERAAAAA!!
–mira hacia arriba con furia. Hera toca mi hombro y vuelvo a verla a sus ojos.
-Ven,
dejémoslo con su cólera. Quiero darte un obsequio. –me da un pequeño baúl.
–cámbiate esas ropas.
Me
lleva hasta una habitación y cierra la puerta. Me quito el vestido rasgado y
abro el baúl, sacando una hermosa túnica de lino blanco y un hermoso cinturón
dorado, con una tiara de álamos del mismo color que el cinturón. Me la coloco
lentamente y me miro al espejo cuando me pongo la tiara.
-Parezco
una diosa. –me sonrió por lo bajo. Hera abre la puerta.
-Leonor…
-me llama Hera con su mano. –ven aquí cariño. –salgo afuera y hay un
invernadero completamente envidriado exactamente igual como el de mis sueños.
–Ven, entremos. Quiero que veas las hermosas rosas que tenemos.
Entro
adentro con ella y veo las rosas azules de mi sueño, la miro atónita mientras
que ella me ve con amor.
-¿Qué
es todo esto?
-¿Qué
cosa bonita?
-Todo
esto, lo soñé. Las rosas azules, el invernadero envidriado. –me quito la tiara.
–la tiara…
-Debes
investigar linda. Hay algo muy fuerte ligado a nuestro Olimpo para contigo. –corta
y me da una rosa azul.
La
sostengo en mis manos y cuando acaricio uno de sus pétalos empiezo a tener
visiones, acerca de cómo Perséfone las había creado para Hades.
Una
hermosa noche de primavera en luna llena en donde ella usando su magia comenzó
a fabricarla pensando en él, después de haber vuelto con su madre Deméter, con
bellos destellos que dejaba el roció al amanecer como si fueran pequeños
diamantes, delicada, perpetua, sublime por donde se la viera, capaz de nacer en
cualquier tipo de suelo por más árido y frio que fuere, en condiciones donde
cualquier vegetación moriría aquella bella rosa nacía y perduraba a través de
todas las estaciones.
Volviendo
el otoño, cuando la lluvia dejaba verse y las hojas de los arboles caían en
demasía dejando ver la desnudez de los troncos ya arcaicos por los años, u
otros jóvenes por la agraciada primavera en la que notaba su ausencia, aquella
rosa crecía con divinidad inigualable. Vi, en ese momento las veces de
Perséfone llevaba una rosa azul todos los otoños para él, cada vez que
finalizaba el verano ella lo esperaba a él en la entrada del inframundo con una
rosa azul. Veía como una película, todas las veces que ella le llevo aquella
hermosa flor a él, Perséfone, con distintos colores de atuendos, distintas
miradas, distintos peinados, pero siempre el mismo amor.
Arrojo
la rosa al suelo y miro azorada a Hera. El cielo se pone gris y comienza a
relampaguear.
-Debes
volver a la tierra. –saca una manzana dorada de un árbol. –cómela y estarás en
casa.
La
miro confundida y ella levanta mis manos a mi boca, haciendo señales de que
coma. A lo lejos veo que viene Hades en un corcel negro que en sus pisadas
dejaba un rastro de huellas flameantes de fuego azul.
-¡¡HERAA!!
¡¡ABREMEEE!! –me ve con la manzana en la mano llevándomela a la boca y con
aquella túnica hermosa y la tiara dorada en la otra mano. –¡¡no la comas
Leonor!!
Quedo
viéndolo y doy un mordisco. Y desaparezco ante sus ojos dejando caer la manzana
en el suelo. Aparezco en la entrada de mi casa con el vestido rasgado y la tiara
de álamos en las manos. Levanto la vista y miro al cielo.
Entro
a mi casa, subo a mi cuarto y me cambio de ropa, mientras escucho que comienza
a relampaguear. Miro la hora y son las 5:40 de la madrugada.
-El
tiempo casi no paso. –guardo la tiara en un cajón y cierro las ventanas porque
una feroz tormenta se aproxima.
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