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lunes, 30 de marzo de 2020

El deseo de Perséfone (Parte 6)

HERA Y LA ROSA AZUL DE PERSÉFONE



(...) la mire con cara de desanimada, me frota la espalda. –vamos, te hace falta. Me recuesto a su lado y duermo.
Comienzo a soñar nuevamente que estoy en un bello jardín, amplio por donde se ve y de mis manos comienzan a reverdecer las plantas y las flores abren sus hermosos pétalos, era un lugar muy parecido a la acrópolis, el templo de la diosa Atenea. Y por las columnas reverdecen hermosas enredaderas. Pero las columnas comienzan a derrumbarse y caigo arrodillada llorando, y siento como que algo me jala hacia un pozo pero Hades de sostiene la mano, tratando de jalarme hacia él pero no puede.
-¡¡¡No te sueltes de mi!!! –mis dedos comienzan a resbalarse de los suyos, cuando finalmente me suelto y una capa de vidrio muy gruesa nos separa uno del otro. -¡¡¡NOOOOO!!! ¡¡¡KOREEEE!!! –golpea el vidrio con fiereza. -¡¡KOREEEE!! –y de sus ojos brotan gotas de oro. Y algo comienza a arrastrarme lejos de su vista con una fuerza incomparable. -¡¡NOOOO!! ¡¡¡VUELVE KOREEEEEEE!!! –Y me despierto exaltada.
-¡Hades! –respiro agitada y comienzo a llorar sin razón. –Por Dios que me pasa, ¿porque tengo estos sueños? ¿Por queeeee? –me tomo de los ojos y miro el reloj, son las 4:30 a.m
Me levanto y salgo afuera de la casa y comienzo a recordar cómo me había besado, mientras acaricio mis labios y cierro los ojos.
-Cómo quisiera que este aquí. –miro al cielo. –pero que estoy diciendo, no claro que no quiero, que tonta. –me siento sobre el césped. –Pero por otra parte… -tiro mi cabeza para atrás. –Porque no le dije que si para irme con él. Pero esta papá… -me pongo a pensar.
Me levanto y me pongo a caminar por la calle, llego hasta un parque y veo a unos metros unos hombres bebiendo cerveza, agacho la cabeza y comienzo a acelerar el paso.
-¿A dónde vas hermosa? –me cierran el paso y corro hacia el parque.
-Aléjense de mí. Por favor señores.
-Muchachos miren nos pide por favor.
-Que bello vestido tienes.
-Déjenme, es un regalo. –dije sosteniendo mi vestido.
-¿Te lo regalo el tipo con el que te acuestas belleza?
-Insolente. –lo abofeteo.
-Maldita perra, me hizo sangrar. –me empuja al pasto y se sienta sobre mi pelvis.
-Eso, haz que te respete.
-¡NOOOO, DEJENMEEEE!
-Shhh cállate, lo pasaras rico. –le escupo en la cara. El tipo se quita mi saliva de su rostro y me abofetea. –eres una perra sucia.
-Nooooo, ayudenmeeeee. ¡Hadeeeessss! –comienzan a reír a carcajadas.
-Eso llama a tu noviecito. –se ríen grotescamente. Y comienza a besarme el cuello babeándome  la parte del pecho y rompe mi vestido dejando ver mi sostén. –sigue llamando que me encanta.
-Nooooo. –comienzo a llorar. –déjenme por favor. –pataleo tratando de zafarme.
-No te resistas mi amor. –me besa los pechos por arriba del sostén. Aprieto mis piernas al sentir que ese desagradable hombre comienza excitarse.
-Nooo… -lloro desconsoladamente. –Hades, ayúdame por favor. –mientras sigue besándome aquel imbécil.
De pronto las luces se apagan y unas pisadas que dejaban una marca de fuego azul se dejaban ver en el suelo.
-Cierra los ojos Leonor. –cierro mis ojos y empiezo a escuchar como Hades comienza a despedazar a aquellos hombres, y dejo de sentir el peso del cuerpo de aquel tipo que estaba sobre mí. Comienzo a llorar.
-Ya, por favor. No sigas. –me toma entre sus brazos y cubro mi rostro, se va alejando.
-Ya puedes ver. –me mira con preocupación. – ¿qué hacías allí?
-No podía dormir. –trato de cubrirme como puedo, totalmente avergonzada.
-Perdón por tardar, vine tan rápido como pude. No te hicieron nada ¿no?
-No. –me baja frente a mi casa.
-Debo volver.
-No me dejes, no te vayas. Quédate conmigo, solo esta noche.
-Pero ya amanecerá.
-Te dejare ir, con una condición.
-Dime.
-Vendrás esta noche a quedarte conmigo. –suspira profundo.
-Vamos al inframundo, allí es de noche todo el tiempo. Prometo que te traeré de nuevo.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo.
-Entonces vamos. –chasquea los dedos, aun estando yo en sus brazos, y atraviesa una neblina que poco a poco nos cubre. Esperamos al barquero y comenzamos la travesía por el rio Estigia.
Antes de llegar me duermo en sus brazos, y besa mi mejilla. Llegando a su hogar me recuesta en la cama y toca la comisura de mis labios, lo cura y se quita el saco, la camisa y se acuesta junto a mí. Y por primera vez duermo apaciblemente sin soñar nada raro.
Me coloca sobre su pecho y acaricia mi piel con delicadeza con la yema de sus dedos y me observa dormir, suspira profundo y duerme junto a mí.
Entre dormida me despierto sobre el pecho de Hades, miro su torso desnudo entre dormida y lo miro a él que duerme apaciblemente, me pongo de pie y vuelvo a mirar hacia la ventana viendo la ciudad del Inframundo, vacía, sombría y totalmente desolada.
Siento una leve caricia en mi brazo derecho y un beso tierno en la mejilla.
-¿Qué haces despierta y fuera de la cama? ¿Aun quieres escapar?
-Umm… no…
-¿Entonces qué ocurre? –me volteo y lo miro a los ojos.
-Prométeme que si te cuento no te burlaras.
-Claro que no. –acaricia mi mentón.
-He tenido sueños muy extraños, después de que mi madre murió. –vuelvo a mirar hacia la ventana y apoyo mi mano en el vidrio. –sueños… de una vida pasada que tuve. A veces creo que todo esto es un solo sueño y pronto voy a despertar. –acaricia mis hombros.
-Si fuera un sueño, ¿sentirías esto? –besa mi hombro. Sonrío complemente sonrojada, suena su teléfono. - ¿sí? Habla Hades. Está bien ahora voy. –corta la llamada. –debo atender este asunto es importante, estaré aquí dentro si me necesitas, llámame. –besa mi frente.
Toma su camisa y su chaqueta, y sale de la habitación. Espero unos 30 minutos y aun no subía, entonces decido bajar muy sigilosamente y escondiéndome entre la baranda de las escaleras, comienzo a escuchar la conversación de Hades y esa “otra persona”.
-No puedo esperar más Hera, ya quiero decirle la verdad.
-Debes tener paciencia Hades. Deja que ella misma descubra quien es. Si vuelves a ayudarla la volverás a perder y no sabremos cuantos años mas tendremos que esperar. –mientras hablaban pensé, “¿de quién están hablando? –sabes que ese hechizo que tiene no puede deshacerse así por así.
Quiero darme vuelta para volver a la habitación y tumbo un casco de una armadura que estaba ahí parada junto a mí. Hades le hace una seña a Hera que haga silencio.
-¿La trajiste? –susurra Hera. Él le hace un movimiento con la cabeza.
-¿Leonor? ¿Éstas ahí? Ven, baja. –bajo las escaleras como escondiéndome. –acércate. –sonríe entrecortado.
-Umm… Hola… -Hera me mira. 
Hera, esposa de Zeus rey de todos los dioses, diosa protectora del matrimonio, era una preciosa mujer con ojos dorados, sus ojos eran como dos esferas de sol radiantes, tenía una sonrisa picara y a la vez repleta de amor, en su cabeza llevaba una preciosa corona con un corazón en el medio e incrustaciones de amatistas a los lados, era rubia y su cabello estaba semi recogido con bucles que le caían desde atrás y sobre sus hombros, tenía un par de aretes con dos rubíes y un cinturón que en el centro tenía un cisne, estaba anexado a un collar que llevaba hasta su pecho con un gran rubí en el centro y tenia cadenas de oro que iban hasta su hombro y caían por su espalda, y llevaba puesto un vestido blanco con pequeñas gotas de oro sobre la parte de su pecho.
-Leonor ¿no? –asiento con la cabeza y me escondo detrás de Hades. –necesito hablar contigo Linda. –le hace un guiño a Hades.
-Ya regreso. –me susurra al oído. –cuéntale de tus sueños. –besa mi frente. Y se retira. La diosa me invita a sentarme.
-¿Y bien? Cuéntame. Dijo Hades que has tenidos sueños muy extraños. –muevo la cabeza diciendo que si. –quieres relatármelos.
-Sí. –comienzo a explicarle cada uno de los sueños que tuve. Me toma de la mano y me mira a los ojos, y comienza a tener una visión de mis sueños como si fuera ella quien mismo los soñaba.
-Esos sueños están queriendo decirte algo, busca el significado de la palabra “Koré” e investiga todo cariño. Algún día iré a buscarte para llevarte al Olimpo. –se pone de pie. –Hades, ya me voy. –Levanta la mano desde el fondo y continúa viendo unos registros.
-Mi Señora, me gustaría ir al Olimpo con usted. –se agacha.
-Claro cariño, hagamos que Hades enloquezca un poco. –me susurra al oído. – ¡ya me voy hermano!
-Ok…
-Escóndete detrás de mí. –dibuja una holografía mía sentada en el sillón. Toma mi mano y golpea su báculo contra el suelo y vuelve al Olimpo conmigo.
-Acércate linda, te enseñare algo. –me acerco lentamente.
Y me muestra en una fuente la visión del Inframundo. Y veo a Hades caminando hacia el sillón, con un libro en las manos, lo cierra y lo deja sobre un mueble, y se sienta sobre sus pantorrillas hablándome. Apoya una de sus manos sobre la mía que descansa sobre el respaldo del sillón, la toma para besarla y se desarma en sus manos convirtiéndose en polvo dorado.
-¡¡HERAAAAA!! –mira hacia arriba con furia. Hera toca mi hombro y vuelvo a verla a sus ojos.
-Ven, dejémoslo con su cólera. Quiero darte un obsequio. –me da un pequeño baúl. –cámbiate esas ropas.
Me lleva hasta una habitación y cierra la puerta. Me quito el vestido rasgado y abro el baúl, sacando una hermosa túnica de lino blanco y un hermoso cinturón dorado, con una tiara de álamos del mismo color que el cinturón. Me la coloco lentamente y me miro al espejo cuando me pongo la tiara.
-Parezco una diosa. –me sonrió por lo bajo. Hera abre la puerta.
-Leonor… -me llama Hera con su mano. –ven aquí cariño. –salgo afuera y hay un invernadero completamente envidriado exactamente igual como el de mis sueños. –Ven, entremos. Quiero que veas las hermosas rosas que tenemos.
Entro adentro con ella y veo las rosas azules de mi sueño, la miro atónita mientras que ella me ve con amor.
-¿Qué es todo esto?
-¿Qué cosa bonita?
-Todo esto, lo soñé. Las rosas azules, el invernadero envidriado. –me quito la tiara. –la tiara…
-Debes investigar linda. Hay algo muy fuerte ligado a nuestro Olimpo para contigo. –corta y me da una rosa azul.
La sostengo en mis manos y cuando acaricio uno de sus pétalos empiezo a tener visiones, acerca de cómo Perséfone las había creado para Hades.
Una hermosa noche de primavera en luna llena en donde ella usando su magia comenzó a fabricarla pensando en él, después de haber vuelto con su madre Deméter, con bellos destellos que dejaba el roció al amanecer como si fueran pequeños diamantes, delicada, perpetua, sublime por donde se la viera, capaz de nacer en cualquier tipo de suelo por más árido y frio que fuere, en condiciones donde cualquier vegetación moriría aquella bella rosa nacía y perduraba a través de todas las estaciones.
Volviendo el otoño, cuando la lluvia dejaba verse y las hojas de los arboles caían en demasía dejando ver la desnudez de los troncos ya arcaicos por los años, u otros jóvenes por la agraciada primavera en la que notaba su ausencia, aquella rosa crecía con divinidad inigualable. Vi, en ese momento las veces de Perséfone llevaba una rosa azul todos los otoños para él, cada vez que finalizaba el verano ella lo esperaba a él en la entrada del inframundo con una rosa azul. Veía como una película, todas las veces que ella le llevo aquella hermosa flor a él, Perséfone, con distintos colores de atuendos, distintas miradas, distintos peinados, pero siempre el mismo amor.
Arrojo la rosa al suelo y miro azorada a Hera. El cielo se pone gris y comienza a relampaguear.
-Debes volver a la tierra. –saca una manzana dorada de un árbol. –cómela y estarás en casa.
La miro confundida y ella levanta mis manos a mi boca, haciendo señales de que coma. A lo lejos veo que viene Hades en un corcel negro que en sus pisadas dejaba un rastro de huellas flameantes de fuego azul.
-¡¡HERAA!! ¡¡ABREMEEE!! –me ve con la manzana en la mano llevándomela a la boca y con aquella túnica hermosa y la tiara dorada en la otra mano. –¡¡no la comas Leonor!!
Quedo viéndolo y doy un mordisco. Y desaparezco ante sus ojos dejando caer la manzana en el suelo. Aparezco en la entrada de mi casa con el vestido rasgado y la tiara de álamos en las manos. Levanto la vista y miro al cielo.
Entro a mi casa, subo a mi cuarto y me cambio de ropa, mientras escucho que comienza a relampaguear. Miro la hora y son las 5:40 de la madrugada.
-El tiempo casi no paso. –guardo la tiara en un cajón y cierro las ventanas porque una feroz tormenta se aproxima.

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