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lunes, 30 de marzo de 2020

El deseo de Perséfone (Parte 7)

MÁS QUE UNA TAZA DE CAFÉ

(ATENCIÓN: El material a continuación contiene escenas de sexo explicito solo apto para mayores de 18 años.)




(...) -El tiempo casi no paso. –guardo la tiara en un cajón y cierro las ventanas porque una feroz tormenta se aproxima.
Despierto a Liz y le digo que debe regresar a su casa, miro la ventana y veo los truenos como iluminan el cielo y como poco a poco va nublándose, y cubre al sol.
-¡Leo!
-¿Qué papá?
-No iras al colegio así.
-Está bien…
-Cierra bien todas las ventanas hija.
-Ya las cerré papá.
-Iré al trabajo cariño, no salgas. Nos vemos en la noche.
Tomo mi laptop y comienzo a investigar sobre mis sueños. Poniendo palabras clave como: “jardín”, “Koré”, “manzanas doradas”, “rosa azul”, “invernadero acampanado”. Me tomo de la cabeza y suspiro. Tocan el timbre, dejo mi laptop y salto de la cama, y bajo los escalones de la casa.
-¿Quién?
-Soy yo Leonor. –abro la puerta con el pasamanos puesto y veo a Hades empapado. Vuelvo a cerrarla y la abro tan solo un poco, y él la empuja y me abraza. –pensé que Hera te había hecho algo.
-No, estoy bien. –lo miro a los ojos fijamente.
-¿De verdad estas bien?
-Claro.
-¿Puedo pasar?
-No puedes.
-¿Por qué no?
-Mi padre.
-¡¿Dónde está ese mortal?!
-Lo que pasa es que… vas a romper toda la casa. –vuelve a una estatura normal.
-¿Ahora puedo?
-Si claro, pasa.
-¿Tienes… un lugar donde pueda cambiarme?
-Si claro, ven. –subo las escaleras, mientras el va quitándose el saco y la camisa. –este es el baño aquí tienes ducha, agua caliente/fría, emm… toallas. –miro a sus ojos y él mira a los míos sin sacarme la vista de encima. Mi respiración comienza a agitarse poco a poco.
-¿Quieres bañarte conmigo? Digo, porque estas dentro de la ducha.
-No, disculpa. ¿Quieres que te traiga algo? ¿Una toalla? ¿Ropa?
-Sí, dentro del auto tengo ropa. –pone la mano en su bolsillo y saca la llave. –tómala. –la tomo y él me toma de la mano y me jala hacia su pecho quedando sumamente cerca. Respiro cerca de sus labios y rosa su nariz contra la mía.
-Hades, ¿Por qué haces esto?
-¿Estás segura que no quieres bañarte conmigo?
-Muy segura. –cuando abro la puerta para salir, él la cierra con fuerza y me pone sus brazos para que no pueda escapar.
-¿Por qué me esquivas?
-Porque mi padre vendrá y te encontrara, y tú debes regresar al inframundo.  –agacha su cabeza.
-Si lo sé.
-¿Quieres tomar algo caliente?
-Un café estaría bien. –lo dice mientras entra a la ducha. Me volteo y observo que tiene fuertes cicatrices en su espalda y sus brazos.
-Hades…
-¿sí? –se queda viéndome.
-¿Qué son esas cicatrices? –sale de la ducha en bóxers y se para frente a mí, mientras las miro con dolor y las acaricio despacio.
-¿éstas? –acaricia una en su pecho. –son marcas de guerra. –se pierde en sus pensamientos. –Antes que la tierra fuese repartida… -se vuelve a perder en sus memorias. –la guerra contra Cronos. –respondo al mismo tiempo que él. Hace una sonrisa entrecortada y me acaricia el mentón. –Eres muy lista.
-iré mejor a buscar tus cosas, ya regreso. –abro la puerta para irme nuevamente, y bajo las escaleras mientras Hades me queda observando con pena.
Tomo un paraguas y salgo afuera, llovía torrencialmente, apretó un botón de la llave que me dio Hades y se prende la radio. Apretó otro y se desactiva la alarma.
-Maldita radio. –la apago y tomo su traje que está dentro de un protector, lo llaveo nuevamente. –llamare a Liz esta vez me va a creer. ¿Hola Liz? Soy Leo, Hades está en mi casa.
-Amiga ¿ya si? Deja de soñar.
-¿Porque no me crees? Juro que digo la verdad.
-Ash, está bien. Por donde entro.
-Sube por mi ventana te la dejare abierta. –corto el teléfono y entro a la casa. Abro la puerta del baño. –Hades…
-¿Sí?
-Aquí esta tu ropa… -quedo viéndolo como tonta como se baña, con un cuerpo fabuloso por donde se lo viera. Muerdo mis labios y lo observo mientras lava su cabello y el agua recorre su rostro hasta su pecho. Me recuesto contra el marco de la puerta,  abrazo su traje y suspiro. Se voltea y me ve.
-¿Qué miras? –me asusto y giro rápidamente mi cara.
-Am… nada, solo te traje tus cosas, te las dejo aquí colgadas. Iré a hacerte el café. –salgo huyendo y me meto a mi cuarto totalmente sonrojada, doy un suspiro y me dirijo hacia la ventana abriéndola.
-¡Bu!
-¡Estúpida! ¡Me asustaste! –Liz se comienza a reír.
-¿Y dónde está el papi rico?
-Escúchame una cosa, iré abajo a hacer un café para él, está en el baño bañándose. No se te ocurra ir.
-¿Yoooo?
-Si tu, te conozco Liz quédate aquí.
Bajo hacia la cocina a hacer el café y ella se sienta en la cama a esperar.
-Ufff… que aburrimiento, ¿y si solo voy a echar un vistazo pequeñito? No creo que se enoje. –Hades comienza a llamarme desde el baño y Liz imita mi tono de voz. – ¿Si?
-Puedes venir un momento por favor, necesito pedirte algo.
-Si ahí voy. –observa que la puerta esta entreabierta y va a echar un vistazo. Y él está de espaldas con la camisa puesta hablando por teléfono.
-… Si, dile a Tanatos que se encargue por unos días… -corta. – ¿y tu quien eres?
-Mucho gusto. –extiende su mano. –soy amiga de Leonor, Liz. –Hades estrecha su mano y la trae cerca de él, estando cerca de sus labios.
-¿Qué mirabas?
-Am… no solo quise ser cortés, ya que ella está en la cocina haciéndole un café, me pidió que la ayude en todo. –muerde sus labios mientras mira su pecho.
-Que descortés soy, me llamo Hades. –ella levanta una ceja.
-¿El dios de la muerte?
-Sí. –la acorrala. –el dios de la muerte. –todo el cuerpo de Liz se estremece.
-Ufff… nadie había provocado esto en mí. –Hades se ríe entrecortado de manera picara.
-Si quieres, puedo enseñarte lo que hago. –entrecierra la puerta.
Comienzo a subir con el café en la mano lleno de espuma.
-Espero le guste mi café especial. –me sonrío bajito.
Entro al cuarto y no veo a Liz, miro extrañada por todos lados pero no está, y comienzo a escuchar gemidos y risitas cómplices. Me pongo seria y me dirijo al baño, observo que la puerta está entre abierta y escucho ruidos de besos, trago saliva, siento un nudo en el estomago y en la garganta.
Asomo mi cabeza y veo a Liz recostada contra la pared y Hades besándola apasionadamente, sosteniendo una de sus piernas con una  mano. Ella con su minifalda recogida hasta la cintura y él con su pantalón desprendido y su camisa hasta la mitad de su espalda.
Me tape la boca para no decir nada y veo que el aprieta su cuerpo contra el de ella con lujuria, Liz mete su mano sobando el miembro de él y jala el cabello ubicado en su nuca, mientras las lagrimas caían por mis mejillas. Hades la sostiene con fuerza de la cintura con otra mano, mientras ella se corre su ropa interior a un costado.
Apreté mis labios con fuerza conteniendo la rabia que sentía dentro de mí al sentir la traición de quien decía llamarse mi amiga, y a quien había confesado por teléfono que estaba enamorada de Hades, ella, que me había visto con él a la entrada de mi casa besándonos. Más lágrimas recorrieron mi mejilla y mis ojos se empañaron de odio, mientras los veía besándose en mi propia casa y a punto de hacer el amor. Presione con fuerza mi mano contra la taza de café que había preparado con tanta dedicación, que aquella taza se rompe en mis manos cortándome la palma.
-¡Leonor! –suelta a Liz y ella se baja la minifalda.
-¿Cómo pudiste Liz? –la miro con odio.
-Amiga, lo juro. Él me sedujo.
-Fuera de mi casa.
-Pero Leo…
-Dije fuera. –ella se marcha avergonzada y sale corriendo. Quedo viendo a Hades mientras la sangre comienza a caer al suelo.
-Te cortaste, déjame ayudarte. –quiere sostenerme la mano que tengo herida y la quito.
-Quiero que te vayas. –digo tragándome mi propia cólera.
-Leonor… tienes que oírme.
-Vete…
-Leonor yo…
-Vete Hades, y no regreses.
-Por favor tienes que escuchar… -lo abofeteo, y me caen las lagrimas.
-No quiero volver a verte en mi vida. Fuera de mi casa, ¡LARGATE! –se marcha completamente dolido.
Envuelvo mi mano con una toalla y limpio el café mientras mis lágrimas caen sobre el suelo, y restriego el piso. Una vez todo limpio voy a mi habitación, comienzo a curarme la mano sacando los restos de lascas con una pequeña pinza, envuelvo mi mano con una gaza y me acuesto la cama rompiendo en llanto, hasta que finalmente me quedo dormida.
Había un cactus en mi habitación, que jamás lograba que floreciera o que diera mas espinas o que siquiera creciera, ese día el cactus dio una hermosa flor violácea y mi cabello comienza a crecer desmedidamente. Comienzo a soñar que estoy sentada en los jardines del Olimpo frente aquellos rosales azules y veo una mujer muy joven con ropas blancas y su cabello completamente blanco de ojos color miel.
-¿Abuela?
-Mi bella Leonor. –acaricia mi rostro y se sienta junto a mí.
-¿Qué haces aquí?
-Grandes cosas vienen para ti cariño, debes confiar y ver con otros ojos lo que te está ocurriendo.
-Abuela, no quiero esto.
-Lo sé cariño, pronto acabará. –su voz comienza a distorsionarse.
-¿Abuela? ¿Qué te ocurre? –Su mano se desliza a mi cuello y comienza a ahorcarme, sus ojos se voltean quedando completamente en blanco, sus dientes se vuelven puntiagudos y brota sangre oscura de su boca. –Abuela. De-ten-te. –tomo sus manos y comienzo a jalarlas para que deje de ahorcarme porque estoy quedándome sin aire pero siento que me ahorca con más fuerza. –Para… por fa-vor.
-Te llevare al inframundo conmigo y no volverás a la tierra. –sus cabellos comienzan a transformarse en horribles serpientes y comienza a abrir su boca de tal manera que se parten los huesos de su quijada, lanza un grito aterrador y pérfido.
-¡¡Nooooo!! –grito asustada, sentándome en la cama y me despierto sudorosa. Miro mi reloj y ya eran las siete en punto de la mañana. Me paro frente al espejo, y me asombro al ver mi cabello estaba extremadamente largo. Tocan la puerta de mi habitación.
-¿Quién?
-Soy yo cariño debes ir al colegio.
-Si ahora.
-¿Puedo pasar?
-¡NO! Es que… em… me bajo la regla. No puedes entrar papá.
-Mmm… bueno hija vístete pronto y ven a desayunar.
-Me hago una trenza y luego me hago un rodete. –me pongo un poco de maquillaje para tapar mis bolsas de tanto llorar y bajo abajo, mi padre esta bebiendo su café.
-Ummm… cariño se te ve muy bien ese peinado, estas muy bonita.
-Gracias papá, me voy estoy atrasada, te veo luego.
-Hija come algo.
-Llevo dinero no te preocupes. Am, papá…
-¿Si cariño? –me siento a su lado.
-Papá, quiero cambiarme de casa.
-¿Y porque? Acaso no te gusta esta.
-me trae muchos recuerdos de mamá. Creo que, nos haría bien mudarnos, cambiar de ambiente, tú sabes. –suspira mi padre. –estaba pensando en algo cerca de tu trabajo, así podemos pasar más tiempo juntos, tus viajes  serian más cortos.
-No lo sé cariño, debo pensarlo.
-Por favor papá, por mi cumpleaños que ya queda poco para que llegue. –mi padre queda viéndome.
-está bien, pero con una condición. –lo miro feliz y atenta. –haremos una cena formal en tu cumpleaños e invitaremos a mi jefe. Necesito un aumento.
-Gracias papá. –lo beso y me marcho contenta de la casa camino al colegio.
Comienzo a caminar y voy hacia la parada del autobús. Pensando en lo que había pasado ayer a la tarde, como Hades acariciaba el cuerpo de Liz con deseo, la imagen no se me borraba de la cabeza. Su pantalón desprendido, su espalda moviéndose con lujuria apretando el cuerpo de mi amiga.
Subo al bus cabizbaja y me siento mirando la ventana, suena mi teléfono.
-¿Hola?
-Leo… no me cuelgues por favor. –cuelgo el teléfono. Comienza a sonar de nuevo, miro la pantalla y es número desconocido, pongo en silencio el celular. Sube Liz y se sienta a dos asientos de mí.
Bajamos del autobús y camino lentamente, sin mucha prisa, Liz se acerca a mi lado.
-Leo, necesitamos hablar.
-¿De qué?
-Lo de ayer… mira, lo siento. Perdóname, eres mi mejor amig… -la dejo hablando sola y me voy a mi clase.
Me siento en mi pupitre y miro hacia afuera, miro mi teléfono y tenía 58 llamadas perdidas de Hades y un mensaje que decía “Voy a buscarte”, sigo viendo hacia afuera y observo que el profesor comienza a actuar extraño.
-Señorita Leonor, salga de la clase su padre vino a buscarla.
-¿Mi papá?
-Sí, ya retírese. –me pongo de pie y salgo de la clase, y veo a Hades en el pasillo con los ojos completamente en negro.
Se les vuelve a la normalidad.
-Gracias por salir.
-Te metiste en el cuerpo de mi profesor para que saliera, ¿qué quieres?
-Lo que paso ayer…
-Antes que empieces lo mismo que me dijo Liz, te diré una sola cosa, déjenme sola ¿ok? –me jala del brazo.
-Acaso vas a decirme que no se te acelera el corazón cuando estoy cerca de ti. –lo abofeteo.
-Estas actuando como un verdadero imbécil. –mi rodete se suelta y mi cabello cae al suelo.
-Tu cabello.
-Tuve un ligero percance. Permiso.
-Leo… ¡Leo! Te esperare afuera, ¡me oyes! –termina el horario de clase y salgo afuera el BMW de Hades me sigue. –sube Leonor. –continuo caminando. –Leonor… -dejo de caminar y subo al auto.
-¿Ya? ¿Feliz? –cierra los vidrios.
-No me hagas esto…
-Eres un hipócrita ¿Qué no te haga esto? Estabas por hacerlo con mi amiga, bueno mi ex amiga.
-Está bien, está bien. Si estuve mal lo siento, ella me provoco yo también lo hice. Lo lamento.
-No… ya me voy Hades no quiero estar aquí, te veo y me acuerdo de lo que paso ayer. –me sostiene de la mano.
-No hagas esto Leo… -me suelto y me bajo del auto. Baja del auto y pega la vuelta para detenerme. –espera…
-Noo, déjame.
-Leonor por favor. –trata de abrazarme y trato de zafarme.
-Suéltame.
-No, me volveré loco si no siento tu olor, tu calor. Por favor.
-No… ¡Nooooo! –lo empujo. –me enamore de ti como una estúpida y te metiste con mi mejor amiga, ¿y ahora esperas que te perdone? –me largo a llorar y una lluvia torrencial nos empapa por completo. Me vuelve  abrazar. –no, suéltame. –me pongo a llorar desconsoladamente. Y Hades me sostiene entre sus brazos fuertemente.
-No te voy a soltar otra vez. –me sostiene con una mano de la cintura y con la otra de la cabeza. Lo empujo.
-¡Qué me sueltes te digo! No me volverás a ver.
-¿de qué hablas?
-Me iré de la ciudad con mi padre.
-¿Qué? –llamo a un taxi con la mano.
-lo que oíste. –subo al taxi y cierro la puerta, se queda viendo como me voy quedando totalmente empapado.

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