(ATENCIÓN: El material a continuación contiene escenas de sexo explicito solo apto para mayores de 18 años.)
(...) -El
tiempo casi no paso. –guardo la tiara en un cajón y cierro las ventanas porque
una feroz tormenta se aproxima.
Despierto
a Liz y le digo que debe regresar a su casa, miro la ventana y veo los truenos
como iluminan el cielo y como poco a poco va nublándose, y cubre al sol.
-¡Leo!
-¿Qué
papá?
-No
iras al colegio así.
-Está
bien…
-Cierra
bien todas las ventanas hija.
-Ya
las cerré papá.
-Iré
al trabajo cariño, no salgas. Nos vemos en la noche.
Tomo
mi laptop y comienzo a investigar sobre mis sueños. Poniendo palabras clave
como: “jardín”, “Koré”, “manzanas doradas”, “rosa azul”, “invernadero
acampanado”. Me tomo de la cabeza y suspiro. Tocan el timbre, dejo mi laptop y
salto de la cama, y bajo los escalones de la casa.
-¿Quién?
-Soy
yo Leonor. –abro la puerta con el pasamanos puesto y veo a Hades empapado. Vuelvo
a cerrarla y la abro tan solo un poco, y él la empuja y me abraza. –pensé que
Hera te había hecho algo.
-No,
estoy bien. –lo miro a los ojos fijamente.
-¿De
verdad estas bien?
-Claro.
-¿Puedo
pasar?
-No
puedes.
-¿Por
qué no?
-Mi
padre.
-¡¿Dónde
está ese mortal?!
-Lo
que pasa es que… vas a romper toda la casa. –vuelve a una estatura normal.
-¿Ahora
puedo?
-Si
claro, pasa.
-¿Tienes…
un lugar donde pueda cambiarme?
-Si
claro, ven. –subo las escaleras, mientras el va quitándose el saco y la camisa.
–este es el baño aquí tienes ducha, agua caliente/fría, emm… toallas. –miro a
sus ojos y él mira a los míos sin sacarme la vista de encima. Mi respiración
comienza a agitarse poco a poco.
-¿Quieres
bañarte conmigo? Digo, porque estas dentro de la ducha.
-No,
disculpa. ¿Quieres que te traiga algo? ¿Una toalla? ¿Ropa?
-Sí,
dentro del auto tengo ropa. –pone la mano en su bolsillo y saca la llave. –tómala.
–la tomo y él me toma de la mano y me jala hacia su pecho quedando sumamente
cerca. Respiro cerca de sus labios y rosa su nariz contra la mía.
-Hades,
¿Por qué haces esto?
-¿Estás
segura que no quieres bañarte conmigo?
-Muy
segura. –cuando abro la puerta para salir, él la cierra con fuerza y me pone
sus brazos para que no pueda escapar.
-¿Por
qué me esquivas?
-Porque
mi padre vendrá y te encontrara, y tú debes regresar al inframundo. –agacha su cabeza.
-Si
lo sé.
-¿Quieres
tomar algo caliente?
-Un
café estaría bien. –lo dice mientras entra a la ducha. Me volteo y observo que
tiene fuertes cicatrices en su espalda y sus brazos.
-Hades…
-¿sí?
–se queda viéndome.
-¿Qué
son esas cicatrices? –sale de la ducha en bóxers y se para frente a mí,
mientras las miro con dolor y las acaricio despacio.
-¿éstas?
–acaricia una en su pecho. –son marcas de guerra. –se pierde en sus pensamientos.
–Antes que la tierra fuese repartida… -se vuelve a perder en sus memorias. –la
guerra contra Cronos. –respondo al mismo tiempo que él. Hace una sonrisa
entrecortada y me acaricia el mentón. –Eres muy lista.
-iré
mejor a buscar tus cosas, ya regreso. –abro la puerta para irme nuevamente, y
bajo las escaleras mientras Hades me queda observando con pena.
Tomo
un paraguas y salgo afuera, llovía torrencialmente, apretó un botón de la llave
que me dio Hades y se prende la radio. Apretó otro y se desactiva la alarma.
-Maldita
radio. –la apago y tomo su traje que está dentro de un protector, lo llaveo
nuevamente. –llamare a Liz esta vez me va a creer. ¿Hola Liz? Soy Leo, Hades está
en mi casa.
-Amiga
¿ya si? Deja de soñar.
-¿Porque
no me crees? Juro que digo la verdad.
-Ash,
está bien. Por donde entro.
-Sube
por mi ventana te la dejare abierta. –corto el teléfono y entro a la casa. Abro
la puerta del baño. –Hades…
-¿Sí?
-Aquí
esta tu ropa… -quedo viéndolo como tonta como se baña, con un cuerpo fabuloso
por donde se lo viera. Muerdo mis labios y lo observo mientras lava su cabello
y el agua recorre su rostro hasta su pecho. Me recuesto contra el marco de la
puerta, abrazo su traje y suspiro. Se
voltea y me ve.
-¿Qué
miras? –me asusto y giro rápidamente mi cara.
-Am…
nada, solo te traje tus cosas, te las dejo aquí colgadas. Iré a hacerte el
café. –salgo huyendo y me meto a mi cuarto totalmente sonrojada, doy un suspiro
y me dirijo hacia la ventana abriéndola.
-¡Bu!
-¡Estúpida!
¡Me asustaste! –Liz se comienza a reír.
-¿Y
dónde está el papi rico?
-Escúchame
una cosa, iré abajo a hacer un café para él, está en el baño bañándose. No se
te ocurra ir.
-¿Yoooo?
-Si
tu, te conozco Liz quédate aquí.
Bajo
hacia la cocina a hacer el café y ella se sienta en la cama a esperar.
-Ufff…
que aburrimiento, ¿y si solo voy a echar un vistazo pequeñito? No creo que se
enoje. –Hades comienza a llamarme desde el baño y Liz imita mi tono de voz. – ¿Si?
-Puedes
venir un momento por favor, necesito pedirte algo.
-Si
ahí voy. –observa que la puerta esta entreabierta y va a echar un vistazo. Y él
está de espaldas con la camisa puesta hablando por teléfono.
-…
Si, dile a Tanatos que se encargue por unos días… -corta. – ¿y tu quien eres?
-Mucho
gusto. –extiende su mano. –soy amiga de Leonor, Liz. –Hades estrecha su mano y
la trae cerca de él, estando cerca de sus labios.
-¿Qué
mirabas?
-Am…
no solo quise ser cortés, ya que ella está en la cocina haciéndole un café, me
pidió que la ayude en todo. –muerde sus labios mientras mira su pecho.
-Que
descortés soy, me llamo Hades. –ella levanta una ceja.
-¿El
dios de la muerte?
-Sí.
–la acorrala. –el dios de la muerte. –todo el cuerpo de Liz se estremece.
-Ufff…
nadie había provocado esto en mí. –Hades se ríe entrecortado de manera picara.
-Si
quieres, puedo enseñarte lo que hago. –entrecierra la puerta.
Comienzo
a subir con el café en la mano lleno de espuma.
-Espero
le guste mi café especial. –me sonrío bajito.
Entro
al cuarto y no veo a Liz, miro extrañada por todos lados pero no está, y comienzo
a escuchar gemidos y risitas cómplices. Me pongo seria y me dirijo al baño,
observo que la puerta está entre abierta y escucho ruidos de besos, trago
saliva, siento un nudo en el estomago y en la garganta.
Asomo
mi cabeza y veo a Liz recostada contra la pared y Hades besándola
apasionadamente, sosteniendo una de sus piernas con una mano. Ella con su minifalda recogida hasta la
cintura y él con su pantalón desprendido y su camisa hasta la mitad de su
espalda.
Me
tape la boca para no decir nada y veo que el aprieta su cuerpo contra el de
ella con lujuria, Liz mete su mano sobando el miembro de él y jala el cabello
ubicado en su nuca, mientras las lagrimas caían por mis mejillas. Hades la
sostiene con fuerza de la cintura con otra mano, mientras ella se corre su ropa
interior a un costado.
Apreté
mis labios con fuerza conteniendo la rabia que sentía dentro de mí al sentir la
traición de quien decía llamarse mi amiga, y a quien había confesado por
teléfono que estaba enamorada de Hades, ella, que me había visto con él a la
entrada de mi casa besándonos. Más lágrimas recorrieron mi mejilla y mis ojos
se empañaron de odio, mientras los veía besándose en mi propia casa y a punto
de hacer el amor. Presione con fuerza mi mano contra la taza de café que había
preparado con tanta dedicación, que aquella taza se rompe en mis manos
cortándome la palma.
-¡Leonor!
–suelta a Liz y ella se baja la minifalda.
-¿Cómo
pudiste Liz? –la miro con odio.
-Amiga,
lo juro. Él me sedujo.
-Fuera
de mi casa.
-Pero
Leo…
-Dije
fuera. –ella se marcha avergonzada y sale corriendo. Quedo viendo a Hades
mientras la sangre comienza a caer al suelo.
-Te
cortaste, déjame ayudarte. –quiere sostenerme la mano que tengo herida y la
quito.
-Quiero
que te vayas. –digo tragándome mi propia cólera.
-Leonor…
tienes que oírme.
-Vete…
-Leonor
yo…
-Vete
Hades, y no regreses.
-Por
favor tienes que escuchar… -lo abofeteo, y me caen las lagrimas.
-No
quiero volver a verte en mi vida. Fuera de mi casa, ¡LARGATE! –se marcha
completamente dolido.
Envuelvo
mi mano con una toalla y limpio el café mientras mis lágrimas caen sobre el
suelo, y restriego el piso. Una vez todo limpio voy a mi habitación, comienzo a
curarme la mano sacando los restos de lascas con una pequeña pinza, envuelvo mi
mano con una gaza y me acuesto la cama rompiendo en llanto, hasta que
finalmente me quedo dormida.
Había
un cactus en mi habitación, que jamás lograba que floreciera o que diera mas
espinas o que siquiera creciera, ese día el cactus dio una hermosa flor
violácea y mi cabello comienza a crecer desmedidamente. Comienzo a soñar que
estoy sentada en los jardines del Olimpo frente aquellos rosales azules y veo
una mujer muy joven con ropas blancas y su cabello completamente blanco de ojos
color miel.
-¿Abuela?
-Mi
bella Leonor. –acaricia mi rostro y se sienta junto a mí.
-¿Qué
haces aquí?
-Grandes
cosas vienen para ti cariño, debes confiar y ver con otros ojos lo que te está
ocurriendo.
-Abuela,
no quiero esto.
-Lo
sé cariño, pronto acabará. –su voz comienza a distorsionarse.
-¿Abuela?
¿Qué te ocurre? –Su mano se desliza a mi cuello y comienza a ahorcarme, sus
ojos se voltean quedando completamente en blanco, sus dientes se vuelven
puntiagudos y brota sangre oscura de su boca. –Abuela. De-ten-te. –tomo sus
manos y comienzo a jalarlas para que deje de ahorcarme porque estoy quedándome
sin aire pero siento que me ahorca con más fuerza. –Para… por fa-vor.
-Te
llevare al inframundo conmigo y no volverás a la tierra. –sus cabellos
comienzan a transformarse en horribles serpientes y comienza a abrir su boca de
tal manera que se parten los huesos de su quijada, lanza un grito aterrador y
pérfido.
-¡¡Nooooo!!
–grito asustada, sentándome en la cama y me despierto sudorosa. Miro mi reloj y
ya eran las siete en punto de la mañana. Me paro frente al espejo, y me asombro
al ver mi cabello estaba extremadamente largo. Tocan la puerta de mi
habitación.
-¿Quién?
-Soy
yo cariño debes ir al colegio.
-Si
ahora.
-¿Puedo
pasar?
-¡NO!
Es que… em… me bajo la regla. No puedes entrar papá.
-Mmm…
bueno hija vístete pronto y ven a desayunar.
-Me
hago una trenza y luego me hago un rodete. –me pongo un poco de maquillaje para
tapar mis bolsas de tanto llorar y bajo abajo, mi padre esta bebiendo su café.
-Ummm…
cariño se te ve muy bien ese peinado, estas muy bonita.
-Gracias
papá, me voy estoy atrasada, te veo luego.
-Hija
come algo.
-Llevo
dinero no te preocupes. Am, papá…
-¿Si
cariño? –me siento a su lado.
-Papá,
quiero cambiarme de casa.
-¿Y
porque? Acaso no te gusta esta.
-me
trae muchos recuerdos de mamá. Creo que, nos haría bien mudarnos, cambiar de
ambiente, tú sabes. –suspira mi padre. –estaba pensando en algo cerca de tu
trabajo, así podemos pasar más tiempo juntos, tus viajes serian más cortos.
-No
lo sé cariño, debo pensarlo.
-Por
favor papá, por mi cumpleaños que ya queda poco para que llegue. –mi padre
queda viéndome.
-está
bien, pero con una condición. –lo miro feliz y atenta. –haremos una cena formal
en tu cumpleaños e invitaremos a mi jefe. Necesito un aumento.
-Gracias
papá. –lo beso y me marcho contenta de la casa camino al colegio.
Comienzo
a caminar y voy hacia la parada del autobús. Pensando en lo que había pasado
ayer a la tarde, como Hades acariciaba el cuerpo de Liz con deseo, la imagen no
se me borraba de la cabeza. Su pantalón desprendido, su espalda moviéndose con lujuria
apretando el cuerpo de mi amiga.
Subo
al bus cabizbaja y me siento mirando la ventana, suena mi teléfono.
-¿Hola?
-Leo…
no me cuelgues por favor. –cuelgo el teléfono. Comienza a sonar de nuevo, miro
la pantalla y es número desconocido, pongo en silencio el celular. Sube Liz y
se sienta a dos asientos de mí.
Bajamos
del autobús y camino lentamente, sin mucha prisa, Liz se acerca a mi lado.
-Leo,
necesitamos hablar.
-¿De
qué?
-Lo
de ayer… mira, lo siento. Perdóname, eres mi mejor amig… -la dejo hablando sola
y me voy a mi clase.
Me
siento en mi pupitre y miro hacia afuera, miro mi teléfono y tenía 58 llamadas
perdidas de Hades y un mensaje que decía “Voy a buscarte”, sigo viendo hacia
afuera y observo que el profesor comienza a actuar extraño.
-Señorita
Leonor, salga de la clase su padre vino a buscarla.
-¿Mi
papá?
-Sí,
ya retírese. –me pongo de pie y salgo de la clase, y veo a Hades en el pasillo
con los ojos completamente en negro.
Se
les vuelve a la normalidad.
-Gracias
por salir.
-Te
metiste en el cuerpo de mi profesor para que saliera, ¿qué quieres?
-Lo
que paso ayer…
-Antes
que empieces lo mismo que me dijo Liz, te diré una sola cosa, déjenme sola ¿ok?
–me jala del brazo.
-Acaso
vas a decirme que no se te acelera el corazón cuando estoy cerca de ti. –lo
abofeteo.
-Estas
actuando como un verdadero imbécil. –mi rodete se suelta y mi cabello cae al
suelo.
-Tu
cabello.
-Tuve
un ligero percance. Permiso.
-Leo…
¡Leo! Te esperare afuera, ¡me oyes! –termina el horario de clase y salgo afuera
el BMW de Hades me sigue. –sube Leonor. –continuo caminando. –Leonor… -dejo de
caminar y subo al auto.
-¿Ya?
¿Feliz? –cierra los vidrios.
-No
me hagas esto…
-Eres
un hipócrita ¿Qué no te haga esto? Estabas por hacerlo con mi amiga, bueno mi
ex amiga.
-Está
bien, está bien. Si estuve mal lo siento, ella me provoco yo también lo hice.
Lo lamento.
-No…
ya me voy Hades no quiero estar aquí, te veo y me acuerdo de lo que paso ayer.
–me sostiene de la mano.
-No
hagas esto Leo… -me suelto y me bajo del auto. Baja del auto y pega la vuelta
para detenerme. –espera…
-Noo,
déjame.
-Leonor
por favor. –trata de abrazarme y trato de zafarme.
-Suéltame.
-No,
me volveré loco si no siento tu olor, tu calor. Por favor.
-No…
¡Nooooo! –lo empujo. –me enamore de ti como una estúpida y te metiste con mi
mejor amiga, ¿y ahora esperas que te perdone? –me largo a llorar y una lluvia
torrencial nos empapa por completo. Me vuelve
abrazar. –no, suéltame. –me pongo a llorar desconsoladamente. Y Hades me
sostiene entre sus brazos fuertemente.
-No
te voy a soltar otra vez. –me sostiene con una mano de la cintura y con la otra
de la cabeza. Lo empujo.
-¡Qué
me sueltes te digo! No me volverás a ver.
-¿de
qué hablas?
-Me
iré de la ciudad con mi padre.
-¿Qué?
–llamo a un taxi con la mano.
-lo
que oíste. –subo al taxi y cierro la puerta, se queda viendo como me voy
quedando totalmente empapado.
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