EL INFRAMUNDO, UN VIAJE SIN RETORNO
Cierro
mis ojos con fuerza y comienzo a escabullirme entre los pasillos, corro tan
fuerte como puedo, mientras que el comienza a parar su marcha y deja que huya.
-No
podrás escapar de aquí Leonor, te voy a encontrar donde quiera que estés.
Me
escondo entre un armario y un gran jarrón que estaba asentado en el piso, me pongo
a pensar en donde estará la salida, trato de recordar cómo es que me trajo y el
camino de regreso pero no puedo. Además, por qué siempre era de noche, cuando me despertaba, ya sea si me desmayaba o dormía un poco por el cansancio que sentía, siempre era
de noche.
Me
puse de pie y con tranquilidad comencé a buscar la salida, ya que el pervertido
no me buscaba más. Empecé a ver las puertas pero era un laberinto,
suspiraba hondo y seguía caminando, sujetando las sabanas que cubrían mi
desnudez.
A
unos diez metros puedo divisar una gran puerta que parecía ser la salida, y
efectivamente lo era. Salí tan rápido como me fue posible, la luna brillaba con
gran intensidad, no había una ni una sola luz en las calles de aquel lugar. Me
voltee al ver la casa en donde había morado y en unas de las ventanas estaba
aquel pervertido de dos metros, moviendo su cabeza diciendo “No” y movió sus
labios que claramente decían “Vuelve aquí”.
Volví
a mirar al frente y me eche a correr nuevamente. Me metí entre los callejones
de aquel lugar que no reconocía nada, tantee mi cuerpo y me había olvidado mi
celular en la casa, había pensado en volver pero continúe mi camino.
-¿Hola?
¿Por favor necesito ayuda? ¿Hay alguien? ¿Holaaa? –pero nadie respondía.
Comencé a pensar que solo era un sueño, sujete con fuerza las sabanas. -¿Hola?
–dije con la voz entre cortada a punto de llorar.
Seguí
caminando pero lo hacía con cautela y sigilosamente, y veo un señor de espaldas
barriendo las calles.
-Disculpe,
disculpe. Estoy perdida me puede decir donde estoy. –el hombre deja de barrer y
comienza a darse vuelta lentamente, pero este no tiene rostro.
Me
pongo a gritar y salgo corriendo, pidiendo ayuda, me escondí atrás de un gran
edificio, mi corazón latía tan rápido que parecía que iba a estallarme.
A
unos metros pude divisar con mis ojos completamente llorosos un cartel en la
que sus letras se movían, estaban un minuto en un idioma y cambiaba a otros.
Trague saliva y me acerque lentamente, era una madera vieja, casi pútrida pero
era asombroso ver como seguía ahí, acaricie lentamente el cartel y las letras
cambiaban, y realmente era madera.
Me
había quedado asombrada, pero esa madera apuntaba a un río que corría con
tranquilidad, a medida que me acercaba escuchaba como un sollozo constante de
muchas voces. Me detuve y mi cobardía no me dejaba continuar.
-No
puede ser cierto –me acerque un poco mas y vi un pequeño barco, con un hombre
que era más esqueleto que hombre. –C… C… Ca… Caronte… -aquel hombre con
desnutrición severa se voltea y me mira, su forma cadavérica me asombro. Llevaba una ropa color negra harapienta que parecía ser una túnica sus labios estaban secos por los años y
sus ojos hundidos. Comencé a alejarme lentamente.
-Una
moneda por un viaje. –me dice y observo la cubierta del barco y estaba llena
de monedas que parecían ser óbolos.
Miro
el rio y mis ojos se agrandan a ver que estaban repletos de almas que se unían
en un lamento único. De mis ojos comenzaron a caer lágrimas sin sollozar.
-No,
esto no puede estar pasando. Otra vez me quede dormida, seguro estoy en el
hospital y estoy soñando. Papá llegara y me vendrá a buscar. –comienzo a
retroceder y Caronte vuelve a mirar hacia adelante.
No
me había percatado pero a unos metros de mi estaba aquel pervertido. Continuo
retrocediendo aterrada y cuando me volteo para huir de aquel lugar, y choco
contra su pecho, levanto la mirada.
-¿Te
dije que no salieras?
-¿Eres
Hades? –su sonrisa entrecortada dio afirmación de ello. –Aléjate de mí.
–comienzo a retroceder nuevamente, cuando dejo de pisar el suelo y comienzo a
caer en el rio Estigia, la mirada de Hades se agranda y estira su mano para
agarrarme pero no me alcanza.
Las
almas de aquel lugar comienzan a jalarme y a hundirme más en las profundidades
de aquel rio, sin poder siquiera hablar lanzo mi último suspiro de auxilio y
con mi visión borrosa veo que alguien se arroja al agua sin dudarlo. Antes de
tocar el fondo del lago, Hades toma mi mano y vuelve a la superficie tan rápido
como puede.
Una vez fuera comienzo a toser y a escupir el agua que había
tragado.
-Debes
de dejarme de dar problemas Leonor. –respira aceleradamente.
-¿Cómo
sabes mi nombre?
-Sé
el nombre de todos en la tierra.
-¿Queeee?
¿No estamos en la tierra?
-No…
-levanta una ceja.
-¿Estamos
en el inframundo?
-¿Y
donde querrías que te llevase si estabas muriendo?
-¡¿Muriendo?!
O sea, ¡Que estoy muerta!
-Sí,
moriste en el camino.
-Quiero
volver a la tierra, por favor. –Hades se pone de pie mientras observa su traje
mojado.
-Sabes
lo que es esto. Este traje vale mil almas.
-No
escuchas lo que te digo. ¡¡Quiero volver a mi vida!!
-Silencio
mortal. –los cuervos vuelan de los arboles al sentir la potentosa voz del dios. Aprieto mis labios uno contra otro.
–Por más que quiera, no puedes volver. No hasta que sanen tus heridas. Ven,
estas cansada, debes descansar. Te llevare al tártaro –hace una malvada sonrisa
de costado.
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